viernes, 2 de mayo de 2008

MAYOS


Este año se conmemora el 25 aniversario de la recuperación de Los Mayos. Se trata de una fiesta cuyos orígenes no están muy definidos, aunque se tiene constancia de que los alhameños ya hacían mayos en el siglo XVIII ridiculizando a las tropas francesas que invadieron nuestro país. El objeto principal de la fiesta son los peleles de trapo, que se colocan en la calle representando escenas de la vida cotidiana o burlas y sarcasmos sobre la vida social y política. Esto último provocó que, junto con el carnaval, resultasen prohibidos durante la dictadura franquista. Los primeros ayuntamientos democráticos pusieron mucho empeño en rescatar esta tradición, y a ella se han ido vinculando una serie de eventos culturales, deportivos, gastronómicos y sociales. En la actualidad se pueden considerar las segundas fiestas locales de Alhama.
Entre las novedades añadidas a los mayos por parte del Ayuntamiento está el concurso anual de carteles, entre los que se elige el que servirá como anunciador de las fiestas y, en los últimos años, la elección del Corremayos Mayor. Este año el autor del cartel ganador ha sido Fernando Torres, alhameño muy vinculado a esta fiesta desde su recuperación en los años 80. Por otra parte, como Corremayos Mayor ha sido nombrado Juan Andreo, concejal de cultura en los años en que se recuperó esta tradición. Me resulta muy grato comprobar que este año han coincidido en la elección dos alhameños que han hecho mucho por esta fiesta. Aprovecho estas líneas para trasladarles mi más sincera felicitación.
Me ha llamado la atención el original diseño del programa de fiestas. Se trata de un tarjetero que contiene los carteles anunciadores de los mayos desde e1984 a 1991, y detrás de cada uno de ellos las actividades previstas. Sin duda cumple un doble objetivo, puesto que informa a la vez que sirve de recuerdo para conservar.
La figura añadida a esta fiesta que mayor auge ha adquirido es la del corremayos. Cada vez son más los alhameños de todas las edades que se enfundan su traje de arlequín para participar activamente de esta nueva tradición. Sin embargo, como contrapunto, lamento que cada vez sean menos los peleles que se plantan en nuestras calles y plazas el primer domingo de mayo. Creo que es imprescindible hacer un esfuerzo que incentive la elaboración de mayos para que continúen siendo el elemento central de la fiesta. Sugiero que durante el año se organicen talleres en los que se enseñe a elaborar los peleles, a la vez que se incentiva el aspecto crítico y sarcástico que siempre les ha caracterizado.
Otro elemento añadido a la fiesta que ha adquirido un gran auge es la concentración de motos custom. Este año se ha celebrado la XVI edición batiendo un nuevo record de participantes. Felicito por ello a sus organizadores. Semejante auge va acompañado de los inconvenientes que supone cualquier concentración multitudinaria. Resulta evidente que cada vez se hace más necesario buscar un espacio más amplio para su ubicación, y un mayor esfuerzo organizativo que evite los inconvenientes generados por tal concentración de vehículos de dos ruedas en un casco urbano que no está preparado para ello.

LA FIESTA DEL TRABAJO

La Fiesta del Trabajo tiene su origen en el primero de mayo de 1886 cuando, en plena revolución industrial, los obreros de las fábricas empezaron a reivindicar una jornada y salario más dignos. Luchaban por sustituir las jornadas de sol a sol por otras de ocho horas, que les permitieran disponer de tiempo suficiente para su descanso y formación.
No es casualidad que se elija el mes de mayo para celebrar este día, puesto que las primeras convocatorias se realizaron en los países industrializados del Norte. Si lo que se pretendía era reunir el máximo número de trabajadores en la calle, debía ser en días con un clima suave. Además, la primavera simboliza la renovación de la naturaleza después de los rigores del invierno, y el primero de mayo pretende transmitir la idea de cambio a una sociedad más justa e igualitaria.
En España se empezó a celebrar la Fiesta del Trabajo cuatro años más tarde, en 1890. Desde entonces, ha sufrido distintos avatares en función de los gobiernos existentes: prohibiciones, reconversiones, exaltaciones, etc. Una vez instaurada definitivamente la democracia en España, después de la dictadura de Franco, y legalizados los sindicatos de clase, se afianzó definitivamente el 1 de Mayo como fiesta ligada a las reivindicaciones de los trabajadores. En los años ochenta la participación de ciudadanos era masiva por que se tenía un gran afán por expresar y reivindicar en la calle los derechos laborales. Los españoles, después de tanta represión, nos sentíamos “como un niño con zapatos nuevos” cada vez que teníamos la oportunidad de manifestarnos. Poco a poco ese empuje se ha ido desvaneciendo y la fiesta, en la actualidad, se ha transformado en un acto simbólico de reivindicación ciudadana, abanderado principalmente por los sindicatos.
El lema de las manifestaciones de este año será: por la igualdad, salario digno e inversión productiva. Se trata de exigir una sociedad en la que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades a la hora de acceder a los puestos de trabajo, y perciban igual salario. Conseguir que no se discrimine a ningún trabajador por su origen, creencias o sexo. Concienciar, además, a la sociedad para que exija que los beneficios del trabajo se inviertan en generar más riqueza productiva, frente a la creciente tendencia actual a la especulación capitalista.
En nuestro pueblo el carácter reivindicativo prácticamente ha desaparecido, porque el 1 de Mayo coincide, en los últimos años, con el Concurso de Arroces. Por tanto, los sindicatos, haciendo un gran alarde de adaptación a las circunstancias locales, montan su carpa informativa y a la vez participan de la fiesta gastronómica. Sólo unos pocos comprometidos nos trasladamos a Murcia para participar en la manifestación que se organiza a nivel regional y, después, aún llegamos a tiempo de compartir el arroz con nuestros compañeros, familiares y amigos. En este concurso nuestros políticos pueden salir “tiznados” si se arriman a la sartén, o moverse en la ambigüedad de las “cortinas de humo” manteniéndose a distancia.