La Fiesta del Trabajo tiene su origen en el primero de mayo de 1886 cuando, en plena revolución industrial, los obreros de las fábricas empezaron a reivindicar una jornada y salario más dignos. Luchaban por sustituir las jornadas de sol a sol por otras de ocho horas, que les permitieran disponer de tiempo suficiente para su descanso y formación.
No es casualidad que se elija el mes de mayo para celebrar este día, puesto que las primeras convocatorias se realizaron en los países industrializados del Norte. Si lo que se pretendía era reunir el máximo número de trabajadores en la calle, debía ser en días con un clima suave. Además, la primavera simboliza la renovación de la naturaleza después de los rigores del invierno, y el primero de mayo pretende transmitir la idea de cambio a una sociedad más justa e igualitaria.
En España se empezó a celebrar la Fiesta del Trabajo cuatro años más tarde, en 1890. Desde entonces, ha sufrido distintos avatares en función de los gobiernos existentes: prohibiciones, reconversiones, exaltaciones, etc. Una vez instaurada definitivamente la democracia en España, después de la dictadura de Franco, y legalizados los sindicatos de clase, se afianzó definitivamente el 1 de Mayo como fiesta ligada a las reivindicaciones de los trabajadores. En los años ochenta la participación de ciudadanos era masiva por que se tenía un gran afán por expresar y reivindicar en la calle los derechos laborales. Los españoles, después de tanta represión, nos sentíamos “como un niño con zapatos nuevos” cada vez que teníamos la oportunidad de manifestarnos. Poco a poco ese empuje se ha ido desvaneciendo y la fiesta, en la actualidad, se ha transformado en un acto simbólico de reivindicación ciudadana, abanderado principalmente por los sindicatos.
El lema de las manifestaciones de este año será: por la igualdad, salario digno e inversión productiva. Se trata de exigir una sociedad en la que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades a la hora de acceder a los puestos de trabajo, y perciban igual salario. Conseguir que no se discrimine a ningún trabajador por su origen, creencias o sexo. Concienciar, además, a la sociedad para que exija que los beneficios del trabajo se inviertan en generar más riqueza productiva, frente a la creciente tendencia actual a la especulación capitalista.
En nuestro pueblo el carácter reivindicativo prácticamente ha desaparecido, porque el 1 de Mayo coincide, en los últimos años, con el Concurso de Arroces. Por tanto, los sindicatos, haciendo un gran alarde de adaptación a las circunstancias locales, montan su carpa informativa y a la vez participan de la fiesta gastronómica. Sólo unos pocos comprometidos nos trasladamos a Murcia para participar en la manifestación que se organiza a nivel regional y, después, aún llegamos a tiempo de compartir el arroz con nuestros compañeros, familiares y amigos. En este concurso nuestros políticos pueden salir “tiznados” si se arriman a la sartén, o moverse en la ambigüedad de las “cortinas de humo” manteniéndose a distancia.
viernes, 2 de mayo de 2008
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