El pasado sábado día 10 de octubre emitieron por Tele 5 un programa en el que el invitado era un exconcejal del Partido Popular de Majadahonda, en Madrid, el cual abrió el tarro de las esencias del caso Gürtel que está salpicando al Partido Popular. El entrevistado presento en los juzgados una serie de grabaciones, que han servido de base a la policía para iniciar la investigación de esta trama de corrupción organizada. Los implicados, sin duda, se han visto toda la saga de “El padrino”. No en vano, el principal imputado aparece con el seudónimo de Don Vito en las cuentas “B” del entramado de empresas que manejaba.
Lo que me llamó la atención fue el papel que desempeñan los tertulianos que colaboran en este tipo de programas. Más que como periodistas actúan como auténticos portavoces extraoficiales de los partidos mayoritarios, arrimando cada cual el ascua a una determinada sardina. Unos, los más próximos al PSOE, con toda sutileza ahondando con sus preguntas en los aspectos más escabrosos, y los conservadores, sin ningún tipo de escrúpulos, intentando desviar la atención de los aspectos puramente informativos de la trama, “tirandose directamente a la yugular” del entrevistado.
Está clara la estrategia del Partido Popular, en principio negar la mayor y adoptar el papel de víctima. Cuando la cosa ya no hay por donde cogerla, empiezan a arrojar protagonistas del escándalo a los leones o como cabeza de turco, a ver si con ello consiguen hacer un parapeto que contenga la marea y no arrastre a sus más altos dirigentes. Ni que decir tiene que la escabechina siempre se inicia en orden inverso a la responsabilidad política de los sujetos implicados.
De todos es conocida aquella antigua práctica de matar al mensajero que portaba malas noticias. Y esta es la estrategia se emplea en política con policías, jueces, fiscales y medios de comunicación, que son grandes profesionales cuando investigan a otros, pero decimos que están al servicio del oponente político cuando nos toca a nosotros.
Esto no es exclusivo del Partido Popular, que ahora acusa al juez Garzón de manifiesta animadversión hacia su formación política, e intentaron recusarlo para apartarlo del caso. El PSOE lo hizo mismo en los años 90 cuando este juez se hizo cargo de las investigaciones sobre los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación). A mí personalmente me da la sensación que, si este juez ha sido capaz de investigar aún teniendo sobre sí la presión de estos dos partidos, tiene toda la credibilidad como servidor del estado de derecho. No puedo decir lo mismo del magistrado de la audiencia provincial de Valencia, “amigo del alma” del Presidente de esa Comunidad, el Sr. Camps.
Cada vez que se hacen públicas nuevas páginas del sumario instruido por el caso Gürtel el PP lo tiene más negro, ya no saben cómo “sacudirse las pulgas”. Las declaraciones de sus dirigentes no tienen desperdicio, su consigna para seguir apareciendo como victimas es: “Esto no es una trama del PP, sino unos sinvergüenzas que se han aprovechado de las siglas del partido”.
Como recientemente ha trascendido que el arma que más utilizó el Sr. Rajoy durante su “mili” fue la escobar, no estaría mal que la empuñase para hacer limpieza dentro su partido, sin esconder la basura debajo de la alfombra.
Lo que me llamó la atención fue el papel que desempeñan los tertulianos que colaboran en este tipo de programas. Más que como periodistas actúan como auténticos portavoces extraoficiales de los partidos mayoritarios, arrimando cada cual el ascua a una determinada sardina. Unos, los más próximos al PSOE, con toda sutileza ahondando con sus preguntas en los aspectos más escabrosos, y los conservadores, sin ningún tipo de escrúpulos, intentando desviar la atención de los aspectos puramente informativos de la trama, “tirandose directamente a la yugular” del entrevistado.
Está clara la estrategia del Partido Popular, en principio negar la mayor y adoptar el papel de víctima. Cuando la cosa ya no hay por donde cogerla, empiezan a arrojar protagonistas del escándalo a los leones o como cabeza de turco, a ver si con ello consiguen hacer un parapeto que contenga la marea y no arrastre a sus más altos dirigentes. Ni que decir tiene que la escabechina siempre se inicia en orden inverso a la responsabilidad política de los sujetos implicados.
De todos es conocida aquella antigua práctica de matar al mensajero que portaba malas noticias. Y esta es la estrategia se emplea en política con policías, jueces, fiscales y medios de comunicación, que son grandes profesionales cuando investigan a otros, pero decimos que están al servicio del oponente político cuando nos toca a nosotros.
Esto no es exclusivo del Partido Popular, que ahora acusa al juez Garzón de manifiesta animadversión hacia su formación política, e intentaron recusarlo para apartarlo del caso. El PSOE lo hizo mismo en los años 90 cuando este juez se hizo cargo de las investigaciones sobre los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación). A mí personalmente me da la sensación que, si este juez ha sido capaz de investigar aún teniendo sobre sí la presión de estos dos partidos, tiene toda la credibilidad como servidor del estado de derecho. No puedo decir lo mismo del magistrado de la audiencia provincial de Valencia, “amigo del alma” del Presidente de esa Comunidad, el Sr. Camps.
Cada vez que se hacen públicas nuevas páginas del sumario instruido por el caso Gürtel el PP lo tiene más negro, ya no saben cómo “sacudirse las pulgas”. Las declaraciones de sus dirigentes no tienen desperdicio, su consigna para seguir apareciendo como victimas es: “Esto no es una trama del PP, sino unos sinvergüenzas que se han aprovechado de las siglas del partido”.
Como recientemente ha trascendido que el arma que más utilizó el Sr. Rajoy durante su “mili” fue la escobar, no estaría mal que la empuñase para hacer limpieza dentro su partido, sin esconder la basura debajo de la alfombra.
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