Artículo de Damián Rubio publicado en InfoLínea el 15 de septiembre de 2018
El pasado sábado, en su
intervención en la Junta Directiva Nacional del PP, su nuevo secretario
general, Pablo Casado, realizó un sorprendente discurso en el que instaba a los
españoles a ensalzar la figura del Rey, al que considera artífice de todos los
logros políticos y sociales en nuestro país.
Según Casado, los “súbditos”
españoles tendríamos que estar agradecidos por lo mucho que aporta la monarquía
a nuestro bienestar social. Según él, sería conveniente que incorporásemos a
nuestro lenguaje cotidiano un ¡viva el Rey! en cualquier evento o actuación que
se le atribuya al Estado, por ejemplo en la inauguración de hospitales,
colegios, aeropuertos, carreteras, kilómetros de AVE, etc. Y también cuando
cobramos la pensión, el paro o cualquier tipo de prestación.
A pesar de mis convicciones
republicanas, siguiendo el “sabio” consejo del líder del PP, tendré que
cuadrarme y gritar, como un poseso, “¡viva el Rey!”, cada fin de mes cuando me
acerque a cobrar la pensión que tengo asignada por las cotizaciones realizadas
a lo largo de mi dilatada vida laboral. Como esto será norma, nadie pensará que
“he perdido la chaveta”.
Este afán del PP por ensalzar los
símbolos patrios (bandera, rey, fuerzas de seguridad, ejército, etc.) no es
casual. Obedece a la encarnizada pugna de los partidos de la derecha por
atribuirse méritos en la defensa de la unidad de España. Esta reacción tiene
mucho que ver con su debacle electoral en Cataluña, debido al proceso
independentista y a que Ciudadanos los ha relegado a la segunda fila de la
derecha en esta comunidad autónoma.
Hay un amplio sector de la
población española, que incluye a ciudadanos de derechas, que se considera
republicano y que se opone a que la jefatura del estado recaiga en la figura de
un monarca, que hereda su cargo por ser hijo de… o haber sido designado en su
día como sucesor de un dictador.
Muy a pesar del empeño de la
derecha monárquica por ensalzar la figura del rey, las corruptelas que se
atribuyen a Juan Carlos I no dejan de aparecer en los medios. A pesar de la
“protección” de la que siempre ha gozado nuestro campechano Rey emérito,
asuntos como el caso Noos, las declaraciones de Corinna, los líos de faldas,
las cuentas en paraísos fiscales, su implicación en el 23-F, etc., resultaron
ser una pesada losa que le obligó a abdicar.
La imagen de la Casa Real sigue
de capa caída, a pesar de los lavados de imagen que algunos medios afines se
empeñan en realizar. El invento de la “monarquía parlamentaria” es un hecho
anacrónico, difícilmente justificable por un auténtico demócrata, aunque nos
quieran vender al Rey como nuestro mejor embajador.
La mencionada intervención de
Casado, más que contribuir a ensalzar la figura del Rey, sirve para polarizar
la opinión pública y ridiculizar su figura. No hay más que ver el tsunami de
bromas que al respecto están circulando por las redes sociales y medios de
comunicación.
A mí me parece muy bien que el ciudadano
monarca viva, pero no ocupando la jefatura del estado de forma hereditaria. Si
quiere optar a ella, que se presente a unas elecciones democráticas como cualquier hijo de vecino que lo
pretenda.
No quiero perder la ocasión para decir “lo que me sale” con
toda naturalidad: ¡Salud y república!
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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