El culebrón de este verano en política nacional está protagonizado por los continuos enfrentamientos entre PP y PSOE, como consecuencia de los casos de corrupción que salpican especialmente a los populares. Los asuntos más sonados en este periodo estival están siendo el caso Gurtell, con sus distintas ramificaciones en Madrid y Valencia, y, más recientemente, el caso Palma Arena en Mallorca. La pugna está siendo muy agresiva, sobre todo por parte del PP que se considera víctima de una trama de espionaje orquestada por el gobierno socialista que, según ellos, está utilizando todo el aparato jurídico-policial del Estado para perseguirles.
Cada vez que aparece en los medios de comunicación algún caso de corrupción relacionado con el PP, viene siendo habitual que sus dirigentes se defiendan atacando a instituciones como las Fuerzas de Seguridad del Estado o los jueces, cuestionando su independencia cuando las actuaciones y decisiones de estos estamentos no le son favorables. Sin embargo, cuando se archivó la causa de los trajes del Sr. Camps, por la intervención decisiva de un juez “más que amigo”, los dirigentes populares aplaudieron a rabiar esta decisión judicial. No parece haberles gustado tanto el trato que han recibido los políticos populares detenidos en Mallorca.
No entiendo estas rabietas de la derecha, cuando está suficientemente demostrado que cuanto más escandalosos son los casos de corrupción en los que están implicados sus dirigentes, mejores resultados electorales consiguen. No hay más que recordar como consiguieron la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid, o tener en cuenta las declaraciones realizadas por Sr. Fabra (presidente de la Diputación de Castellón) afirmando: “yo no sé la gente que habré colocado en doce años”. Ejemplos más cercanos los tenemos en Totana y Fuente Álamo.
Cuando la derecha se ve implicada en casos de corrupción no tiene ningún reparo en igualar a todos los políticos, “poniendo el ventilador en marcha” para que la “KK” salpique a todo el mundo. No temen mancharse los trajes porque siempre hay algún empresario dispuesto a regalarles otros. Si hay que “cortar alguna cabeza”, se “guillotina” al sastre o al mensajero. Son muy conscientes de que quienes realmente salen perjudicados con los escándalos son los partidos de izquierdas, puesto que sus votantes no son tan condescendientes con las corruptelas y les pasan factura en las elecciones, generalmente con la abstención.
Aterrizando en nuestra localidad, recordamos lo convulsa que fue la legislatura anterior en la que el PP se escindió en tres candidaturas. Sin embargo sus votantes les dieron un respaldo mayoritario en las urnas, sólo las diferencias personales les impidieron gobernar con mayoría absoluta. El PSOE, por su parte, parece que no ha perdido la ocasión de aplicarse el refrán de “si no puedes con tu enemigo, únete a él”.
En esta época estival, tan propicia para el cotilleo y la rumorología, es frecuente escuchar en las terrazas conversaciones relacionadas con la política -que como de fútbol todo el mundo entiende- comparado el devenir a nivel nacional, regional y local. En Alhama sigue habiendo mucho ciudadanos que aún no entienden el famoso pacto PPSOE, y se preguntan si realmente el Sr. Espadas llegará a ser nuestro Alcalde. Lo que sí tienen claro es a quien pasará factura en las urnas este extraño maridaje.
Cada vez que aparece en los medios de comunicación algún caso de corrupción relacionado con el PP, viene siendo habitual que sus dirigentes se defiendan atacando a instituciones como las Fuerzas de Seguridad del Estado o los jueces, cuestionando su independencia cuando las actuaciones y decisiones de estos estamentos no le son favorables. Sin embargo, cuando se archivó la causa de los trajes del Sr. Camps, por la intervención decisiva de un juez “más que amigo”, los dirigentes populares aplaudieron a rabiar esta decisión judicial. No parece haberles gustado tanto el trato que han recibido los políticos populares detenidos en Mallorca.
No entiendo estas rabietas de la derecha, cuando está suficientemente demostrado que cuanto más escandalosos son los casos de corrupción en los que están implicados sus dirigentes, mejores resultados electorales consiguen. No hay más que recordar como consiguieron la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid, o tener en cuenta las declaraciones realizadas por Sr. Fabra (presidente de la Diputación de Castellón) afirmando: “yo no sé la gente que habré colocado en doce años”. Ejemplos más cercanos los tenemos en Totana y Fuente Álamo.
Cuando la derecha se ve implicada en casos de corrupción no tiene ningún reparo en igualar a todos los políticos, “poniendo el ventilador en marcha” para que la “KK” salpique a todo el mundo. No temen mancharse los trajes porque siempre hay algún empresario dispuesto a regalarles otros. Si hay que “cortar alguna cabeza”, se “guillotina” al sastre o al mensajero. Son muy conscientes de que quienes realmente salen perjudicados con los escándalos son los partidos de izquierdas, puesto que sus votantes no son tan condescendientes con las corruptelas y les pasan factura en las elecciones, generalmente con la abstención.
Aterrizando en nuestra localidad, recordamos lo convulsa que fue la legislatura anterior en la que el PP se escindió en tres candidaturas. Sin embargo sus votantes les dieron un respaldo mayoritario en las urnas, sólo las diferencias personales les impidieron gobernar con mayoría absoluta. El PSOE, por su parte, parece que no ha perdido la ocasión de aplicarse el refrán de “si no puedes con tu enemigo, únete a él”.
En esta época estival, tan propicia para el cotilleo y la rumorología, es frecuente escuchar en las terrazas conversaciones relacionadas con la política -que como de fútbol todo el mundo entiende- comparado el devenir a nivel nacional, regional y local. En Alhama sigue habiendo mucho ciudadanos que aún no entienden el famoso pacto PPSOE, y se preguntan si realmente el Sr. Espadas llegará a ser nuestro Alcalde. Lo que sí tienen claro es a quien pasará factura en las urnas este extraño maridaje.