En las fiestas patronales suelen organizarse una serie de actos con la intención de satisfacer a los vecinos de todas las edades. Los programas incluyen actividades de todo tipo: religiosas, culturales, deportivas, gastronómicas, etc. También se organizan otros eventos, difícilmente clasificables, en los que los animales son utilizados para el divertimento de los asistentes, en la mayor parte de los casos incluyendo su maltrato. Según informaciones periodísticas, cada año se maltratan 60.000 animales en nuestras fiestas. Algunos pueblos son muy conocidos por su peculiar forma de “divertirse” empleando algún animal como elemento central del festejo. Los hay donde arrojan una cabra o una pava desde el campanario de la iglesia, donde los mozos, montados a caballo, descuartizan a unos gallos colgados en la plaza del pueblo, o donde se decapita cualquier tipo de ave a pedradas, bastonazos o simplemente “al tirón”. Afortunadamente, muchas de estas salvajes tradiciones han pasado a mejor vida. Sin duda, el animal que se lleva la palma en relación con el maltrato en espectáculos públicos es el toro, que se utiliza en todo tipo de eventos: corridas y novilladas, encierros, becerradas y otros peculiares festejos. Este animal tiene que sufrir verdaderas vejaciones para divertir a los espectadores, en forma de: banderillas, picas, estoques, puntillas, lanzas, bolas de fuego, dardos, etc. Durante esta semana ha vuelto a ser noticia el tristemente famoso Toro de la Vega, que es ejecutado públicamente por los “mozos” de Tordesillas a “lanzazo limpio”, en un ejercicio de sadismo inconcebible en esta sociedad supuestamente civilizada. Me parece triste que para que las personas se diviertan el toro tengan que sufrir esta injustificable tortura. Entiendo que este tipo de actos, en los que se pretende demostrar la superioridad del hombre imponiendo su valentía e inteligencia a la fuerza del animal, tienen origen ancestral y que están muy arraigados en nuestras tradiciones. Pero ya va siendo hora de que desarrollemos unos valores y una sensibilidad diferentes y acordes con los tiempos en los que vivimos. En algunas regiones de España se está planteando la prohibición de las corridas de toros, Cataluña ha sido la primera en llevar este tema a su parlamento y en aprobar una ley que las prohibirá a partir del año 2012. Esta decisión ha provocado una gran polémica y controversia entre partidarios y detractores de la Fiesta. No me gustan las prohibiciones; creo que es mucho mejor fomentar en la sociedad una serie de valores éticos y morales que apuesten por el respeto a la vida en todas sus manifestaciones. De esta manera, serían muy pocos los que disfrutarían viendo sufrir a un ser vivo, y este tipo de festejos desaparecerían sin necesidad de prohibirlos. Desgraciadamente, no es tan fácil porque hay muchos intereses económicos de por medio y, en este caso, muchos votos en juego. En lo que a nuestro pueblo respecta, me congratulo de que seamos uno de los 24 municipios de la Región en los que no hay festejos taurinos. Tampoco existe tradición por organizar actos festivos en los que se incluya el maltrato animal. Las pocas y esporádicas tentativas que ha habido no han calado entre nosotros, resultando meramente anecdóticas. Repasando nuestros programas de fiestas, podemos encontrar algunos actos aislados de este tipo: corridas de toros en plaza portátil, suelta de vaquilla, cerdos engrasados o cucaña con trofeo “gallináceo”. Sería muy triste que, a las alturas que estamos, invirtiésemos los términos y pasásemos a fomentar algo que no tiene ninguna raigambre entre los alhameños. Creo que, para evitar “tentaciones”, nuestro Ayuntamiento debería aprobar una ordenanza municipal prohibiendo el maltrato animal en cualquier acto festivo.
jueves, 16 de septiembre de 2010
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