El año 1977 fue un año clave en
la transición de nuestro país para pasar de la dictadura a la democracia. Los
partidos políticos con mayor peso social de la incipiente democracia española
(UCD, PSOE y PCE) se pusieron de acuerdo con otras formaciones políticas y
firmaron los denominados Pactos de la
Moncloa. Con ello, apostaron por
realizar un saneamiento y reforma de la economía. Los principales objetivos
fueron: una reforma fiscal que favoreciese la justicia social, moderación de las
tasas de crecimiento salarial, medidas para solucionar el paro existente e
impulsar la economía de mercado.
No hay que olvidar que en enero
de ese mismo año tuvo lugar la Matanza
de Atocha, provocada por un comando de la ultraderecha que entró en un despacho
laboralista, vinculado al sindicato
Comisiones y al Partido Comunista de España, asesinando a balazos a cinco
personas e hiriendo de gravedad a otras cuatro. Este hecho, junto con otras acciones que causaron la
muerte de estudiantes en manifestaciones, y atentados terroristas de ETA y
GRAPO, habían creado un ambiente de inestabilidad que ponía en peligro las
aspiraciones democráticas de los españoles.
Como se puede ver, el contexto
político, social y económico era totalmente diferente al actual. Todo estaba
por hacer, incluida la legalización de algunos partidos y la Constitución.
Además, aún no se habían celebrado las primeras elecciones generales. Por eso,
se me ponen las “orejas tiesas” cuando el PP insiste, por activa y por pasiva,
en reeditar unos nuevos Pactos de la Moncloa a su acomodo, con los partidos que
ellos consideran “constitucionalistas” y que representan la “centralidad”
(PP-C´s y PSOE).
La gran coalición de Rajoy
supondría el continuismo de la política de recortes sociales, pérdida de
libertades y escándalos de corrupción, que han sido el santo y seña de la
mayoría absoluta del PP durante esta última legislatura. Aferrarse a su
condición de partido más votado para presidir el nuevo gobierno, es un punto de
vista muy particular e interesado. No tiene en cuenta que es el partido más
rechazado socialmente, y que ha demostrado no tener ni la más mínima capacidad
de diálogo o consenso.
Creo que los españoles
mayoritariamente han apostado por un cambio en la forma de hacer política, y
sería un fraude al electorado que Rajoy, principal protagonista de la mala
gestión de los cuatro últimos años, continuase como presidente del gobierno. Además,
con su decisión de no postularse como candidato a la presidencia “de momento”,
por considerar que no tiene los apoyos suficientes, el líder del PP demuestra
una vez más su falta de talante para el diálogo y el consenso.
Considero que no es el momento de
unos segundos Pactos de la Moncloa para contentar a los poderosos, repartirse
sillones o tapar los vergonzantes casos de corrupción. Es el momento de la
política con mayúsculas, de dejarse de estrategias partidistas y de apostar por
la mayoría social de este país. Es necesaria una segunda transición que nos
lleve a una mayor justicia social y a una sociedad en la que quepamos todos los
españoles.
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