Desde el pasado fin de semana se
viene hablando en los medios de comunicación sobre la detención y
encarcelamiento de los componentes de una compañía de títeres, acusados de
enaltecimiento del terrorismo por mostrar una pancarta con el lema Gora
Alka-ETA, dentro del desarrollo de la obra que estaban representando.
Según he podido comprobar en
distintos medios escritos, el argumento de la obra no tenía nada que ver con el
terrorismo, y la pancarta es un elemento aislado que aparece para justificar
una escena de represión policial. Considerar este hecho como enaltecimiento del
terrorismo es “rizar el rizo”, descontextualizando la leyenda plasmada en la
pancarta de la generalidad de la representación.
En este país ya estamos acostumbrados –y en
ello han puesto mucho empeño el PP y sus voceros- a que la anécdota se
convierta en titular de primera página, mientras que la verdadera noticia pasa
de puntillas sin que se le preste la atención necesaria. Es una estrategia muy
socorrida para minimizar la trascendencia pública de los casos de corrupción
que siguen apareciendo diariamente.
Un ejemplo claro de lo referido
en el párrafo anterior lo tenemos en Valencia, donde los medios dan enorme
importancia a los aficionados que increpan a los futbolistas por sus malos
resultados, mientras que no parece tan importante repudiar el “mangoneo” de
dinero público por parte de los dirigentes políticos.
El Partido Popular no sólo ha
aplicado recortes en sanidad, educación y prestaciones sociales, sino que
además está restringiendo derechos fundamentales como la libertad de expresión,
y el caso que estamos tratando es un claro ejemplo de ello. El hecho de que se
trate de unos titiriteros contratados por Ahora Madrid, reúne todos los
condicionantes para que la derecha los mire con lupa, como presuntos
delincuentes.
Me parece sorprendente, e
indignante al mismo tiempo, la facilidad con la que se encarcela a
manifestantes, sindicalistas o titiriteros en el ejercicio de su libertad de
expresión, mientras que pasan varios años para que los delincuentes de guante
blanco, que nos roban a todos, se sienten en el banquillo de los acusados
-porque de pasar por la cárcel o devolver el dinero “chorizado” ni hablamos-.
Espero que no me acusen de
enaltecimiento del terrorismo por reproducir en este artículo el texto de la
pancarta que utilizaron los cómicos en su representación, o por impugnar el
hecho de que dos artistas hayan sido detenidos y encarcelados en el ejercicio
de su derecho a expresarse libremente.
Creo
que lo que ha escocido no es tanto la pancarta como que en la obra se cuestione
al capital, la religión, las fuerzas de seguridad o la justicia, por un grupo
de artistas vinculado a movimientos libertarios, y que la “cachiporra” de
Cristobalito golpease insistentemente a los títeres de la derecha que continúan
aún en el poder, aunque sea “en funciones”.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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