Artículo de Damián Rubio publicado en Infolínea
El pasado domingo, 1 de mayo, se conmemoró como todos los
años la Fiesta Internacional del Trabajo. Se trata de una jornada que se
celebra en todo el mundo y que tiene un carácter reivindicativo en sus
orígenes, aunque hay mucho empeño en convertirla en un evento meramente
lúdico-festivo.
Por muchas veces que se repita,
no está de más recordar que el Primero de Mayo se rinde homenaje a un grupo de
sindicalistas estadounidenses que, en esa fecha de 1886, convocaron una huelga
en la ciudad de Chicago para reivindicar la jornada de 8 horas. La misma, se
saldó con miles de trabajadores heridos, detenidos o despedidos, mientras que 5
de los sindicalistas organizadores fueron ejecutados en la horca y 3
encarcelados.
Desgraciadamente, tengo la
sensación de que la mayoría de los trabajadores, que hoy disfrutan de la
jornada de 8 horas, creen que este logro se debe a la generosidad de la
patronal, y que los sindicalistas son un estorbo que nada tiene que ver en
ello.
En España, este año se convocaron
80 manifestaciones en distintas ciudades de la geografía nacional. Todas
coincidían en la denuncia de la pobreza salarial, en la reivindicación de
empleos dignos y la recuperación de los
derechos laborales de los trabajadores.
Los últimos gobierno de nuestro
país, han ido encadenando una serie recortes laborales y sociales a la clase
trabajadora, colocándola en una situación muy precaria. La reforma laboral del gobierno popular ha supuesto un duro
golpe para la clase obrera al aplicar medidas tan regresivas como: facilidades
para el despido individual y colectivo, contratos más precarios, legalización
de horas extras, ataque a la negociación colectiva, recortes en las
prestaciones por desempleo, facilidades a las empresas de trabajo temporal, aumento
de la edad de jubilación, etc.
A todo lo anterior hay que añadir
que las políticas del Gobierno Rajoy se han traducido en reducción de los
salarios, libertad para modificar la jornada laboral, impunidad para cambiar
las categorías profesionales, y la imposición de la movilidad laboral y
geográfica. A nivel social, “la puntilla” la han dado con los desahucios, la
reducción en prestaciones, los recortes en los servicios públicos, el
encarecimiento de suministros básicos o
el incremento de los impuestos.
Por mucho que los “poderes”, con
todo tipo de sutilezas y actividades paralelas, se empeñen en restar
protagonismo al carácter reivindicativo de la jornada del 1 de mayo, los
trabajadores tenemos motivos más que suficientes para mantener el testimonio
que simboliza la Fiesta del Trabajo y luchar por nuestros derechos durante todo
el año.
Puesto que los trabajadores aún
tenemos la posibilidad de elegir quién queremos que nos gobierne, creo que
debemos ser inteligentes de cara a la próxima convocatoria electoral del 26 de
junio no dejarnos influir por el ruido mediático –siempre dirigido e
interesado-.
Desde esta columna, animo a
respaldar a aquellos partidos que de verdad representan a la clase trabajadora,
los de la izquierda auténtica. Es decir, esos que siempre están a nuestro lado
cuando los buscamos para resolver los problemas que otros nos han creado.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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