Artículo de Damián Rubio publicado en InfoLínea
El pasado día 6 de diciembre,
como todos los años, se celebró el Día de la Constitución. Con esta festividad
se conmemora la fecha en la que se ratificó la actual Carta Magna en el año
1978. El ejecutivo Rajoy se encargó de programar una serie de actividades
institucionales, en las que ha habido notables ausencias debido a “cómo está el
patio”.
Después de 39 años, no sé que se
celebra más, si la Constitución o el ya habitual macro-puente previo a las
festividades navideñas. No obstante, considero que hay motivos suficientes para
que sea una fiesta popular más que institucional, puesto que el texto
constitucional recoge valores tan importantes como la tolerancia, la libertad,
la igualdad, el pluralismo, la justicia social, la participación ciudadana,
etc. Todos ellos pisoteados durante los casi 40 años de dictadura franquista.
A nivel local, según las ganas que haya tenido
el regidor municipal de turno de apropiarse los valores constitucionales, se le
ha dado mayor o menor importancia a la conmemoración de este Día. Que yo sepa,
este año no se ha incluido ningún acto institucional ni cultural relacionado
con el Día de la Constitución. No sé si es que “el horno no está para bollos”
este año, si es que no toca o estamos en otros menesteres política y
mediáticamente más rentables.
Últimamente, a nivel nacional, y
como consecuencia del asunto catalán, algunos partidos se han erigido en
propietarios y defensores de la Constitución (de su Constitución), hasta el
extremo de autodenominarse “partidos constitucionalistas”. Consideran que los
que no piensan como ellos están al margen de los valores constitucionales y,
por tanto, se les considera marginales. Los “constitucionalistas” tienen claro
que únicamente ellos pueden modificar, interpretar y ejecutar los preceptos
constitucionales según les convenga.
Nuestra Constitución hace ya
muchos años que consiguió la mayoría de edad, y está a punto de entrar a la
plena madurez. Necesita un poco de “chapa y pintura” para afrontar la
cuarentena en buenas condiciones. Hacen falta reformas en asuntos muy
importantes, tales como: la configuración territorial, la elección de la
Jefatura del Estado, el papel del Senado, etc.
La Constitución tiene 169
artículos, de los cuales algunos contemplan derechos y deberes fundamentales,
tales como trabajo, vivienda, educación, sanidad, y en general todos los
recogidos en su Título I. Pero, si nos
detenemos a leer con atención algunos de ellos, nos damos cuenta de que “el
derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”, por ejemplo, recogido en
el artículo 47, pasa a ser una mera anécdota frente al poder de la banca, que
no duda en “poner de patitas en la calle” a familias enteras, sin importar sus
circunstancias sociales o personales.
Lo mismo podríamos decir si reprodujésemos
los referidos al trabajo, educación o sanidad. Por tanto, además de reformar,
hace falta cumplir la Constitución en toda su extensión y profundidad. Los
“constitucionalistas” tienen que serlo para todo, no sólo para aplicar su
interpretación del “archifamoso” 155.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama