Artículo de Damián Rubio publicado en InfoLínea el 9 de marzo de 2018
El pasado 8 de marzo se conmemoró
el Día Internacional de la Mujer de una manera distinta a otros años, mucho más
reivindicativa. El Movimiento Feminista convocó una huelga a la que estaban
llamadas todas las mujeres trabajadoras, tanto las que lo hacen de forma
remunerada como las que no cobran nada por su trabajo doméstico o de cuidados.
Las mujeres utilizaron esta
convocatoria para denunciar la desigualdad que vienen sufriendo históricamente,
tanto en el ámbito laboral como en el social y familiar. En lo que se refiere
al mundo laboral, pusieron su acento en la gran brecha salarial que existe
entre hombres y mujeres por el desempeño del mismo puesto de trabajo, además de
la precariedad en las contrataciones, la escasa representación en puestos
directivos y las dificultades para la conciliación con la vida familiar.
La movilización también abarcaba
el consumo y los cuidados de las personas dependientes, para protestar por la
utilización de la mujer como objeto publicitario y reivindicar la corresponsabilidad
en el desempeño de las tareas domésticas y en la atención a familiares. El
principal objetivo es que los hombres tomen conciencia de la carga que las
mujeres llevan, por el mero hecho de tener asignados una serie de roles por parte
de la sociedad patriarcal en la que vivimos.
En los actos convocados para este
Día no faltaron las referencias a la violencia de género y el acoso sexual, que
constituyen dos lacras sociales sufridas mayoritariamente por las mujeres. En algunos medios he visto cifras que
resultan escandalosas, tales como que, en los últimos 15 años, alrededor de 920
hombres han asesinado a sus parejas o exparejas, así como a los hijos de
éstas.
Si una convocatoria de este tipo
se mide por su repercusión en la calle y en los medios de comunicación, este 8M
ha tenido un éxito sin precedentes. Las ciudades más importantes de nuestro
país acogieron manifestaciones multitudinarias, con cifras que superan los 5
millones de mujeres, bajo el lema “Si nosotras paramos, se para el mundo”. Entre
las participantes se encontraban principalmente trabajadoras, amas de casa y
estudiantes.
La mayor incidencia de
participación en la huelga se dio en los sectores industrial, de servicios y administraciones
públicas. Sin embargo, en el comercio, la hostelería, agricultura y trabajo
doméstico el respaldo fue escaso, pese a ser los sectores con mayor índice de
precariedad laboral. La mayoritaria implicación en la huelga de las
trabajadoras de los medios de comunicación hizo que ese Día, en la radio, en la
televisión y en la prensa, su ausencia fuese palpable y visible.
Si alguna duda había sobre la
repercusión y el éxito de este 8M, basta con observar el giro que dieron
aquellos y aquellas que se mostraban contrarios a la huelga por considerarla
politizada y anticapitalista. Esa misma mañana, Rajoy y Rivera, al ver la
multitudinaria participación, decidieron colocarse el lacito violeta en la
solapa de su chaqueta para intentar “salvar los muebles”.
Espero que el éxito de esta
movilización no se apague y las mujeres conquisten definitivamente la igualdad
real con los hombres que les corresponde.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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