El pasado día 14 de octubre el Congreso de los Diputados aprobó la tramitación de la propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha. En la misma se establece como fecha de caducidad del Trasvase Tajo-Segura el año 2015. Lógicamente esto ha suscitado una gran preocupación en nuestra Región, puesto que el agua procedente de esta infraestructura viene sustentando la agricultura murciana desde el año 1979, fecha en la que se iniciaron los trasvases.
La idea de trasvasar agua del Tajo al Segura ya la defendió el socialista Indalecio Prieto siendo ministro de Obras Públicas en 1933. No se pudo desarrollar porque lo impidió el estallido de la Guerra Civil. El gobierno franquista retomó esta idea en 1966 incluyéndola en sus planes de desarrollo. Esta infraestructura hidráulica, de más de 300 km, siempre ha estado sujeta a los diversos avatares políticos de nuestro país.
En los últimos años la politización del tema del agua está alcanzando sus más altos niveles, puesto que los partidos políticos han encontrado en este asunto un auténtico filón electoral. Resulta paradójico que un mismo partido defienda el Trasvase en una Comunidad y se oponga al mismo en otra, en función de lo que quieran escuchar los votantes. Tanto PP como PSOE se contradicen: en Castilla-La Mancha compiten por abanderar la extinción del Trasvase, y en la Región de Murcia “se dan tortas” por aparecer en la cabeza de las manifestaciones sujetando las pancartas que lo defienden.
Sinceramente, creo que nuestros dirigentes regionales han ofrecido una imagen muy negativa de Murcia, en cuanto al agua se refiere. El primer error fue la conversión de zonas de secano en regadíos de forma indiscriminada, sin ningún control ni planificación, dejando que las grandes empresas agrícolas especulasen con el agua. Esto dio lugar una demanda abusiva y a la sobreexplotación de los acuíferos de la cuenca del Segura. Por otra parte, en los últimos tiempos se ha hecho girar la economía regional en torno al sector inmobiliario, que ha utilizado como gancho publicitario la construcción de grandes urbanizaciones adornadas con las verdes alfombras de los campos de golf.
A estas alturas, difícilmente podremos convencer al resto de españoles de que los murcianos no somos unos especuladores del agua, sino que la necesitamos para desarrollar una economía agraria puntera que reporte beneficios no sólo a nuestra Región sino a todo el país.
Creo que es necesario optimizar los recursos hídricos de que disponemos. Esto, sin duda, pasa por el mantenimiento de las aportaciones del Trasvase. No obstante, debemos tender a una gestión racional del agua, que pasa por la reutilización, depuración, y consumo responsable de la misma. Además de la explotación sostenible de las aguas subterráneas y de la procedente de las desaladoras.
Ya va siendo hora de que nuestros dirigentes se olviden de la política de pancartas y utilicen la inteligencia para resolver el problema de la escasez de agua, que va mucho más allá de los regionalismos.
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