El pasado sábado 11 de junio se constituyó la nueva corporación municipal con la toma de posesión del cargo de los nuevos concejales y la investidura del Sr. Alcalde. Este acto protocolario se viene repitiendo cada cuatro años, una vez conocidos los resultados electorales.
Como ya viene siendo habitual en este tipo de actos, el salón de plenos se quedó pequeño y volvimos a asistir a un bochornoso espectáculo: las butacas ya estaban completas antes de que se abriesen las puertas para que los ciudadanos accediesen al mismo. Resulta evidente que no es una casualidad, pues los asientos estaban ocupados por familiares y allegados a los miembros del próximo gobierno municipal. Esto se podía haber evitado, simplemente, celebrando el acto en un lugar con mayor aforo.
Como se suele decir coloquialmente “el pescao ya estaba vendío”, puesto que en la rueda de prensa celebrada el día anterior ya se había hecho público el pacto de gobierno entre PP y CCD. Yo voy más allá, y pienso que este apaño ya se había fraguado antes de las elecciones, aunque algunos de los integrantes de ambas formaciones políticas ni lo supieran.
En los días previos al acto de constitución de la nueva corporación se escucharon todo tipo de rumores sobre posibles alianzas, aunque el PP, como partido más votado, dejó claro desde el principio con quien quería pactar. Por tanto, sólo cabe pensar que el resto de elucubraciones eran interesadas cortinas de humo emitidas para conseguir la mayor rentabilidad posible en la negociación.
Hasta ahora los ciudadanos desconocemos el alcance real del pacto PP-CCD, sólo se conoce un documento que no va más allá de una declaración de buenas intenciones que, casi en su totalidad, podría asumir cualquiera de los grupos municipales. Tengo la sensación de que aquí pasa como en la contabilidad de algunas empresas, donde hay cuenta “A” y cuenta “B”. Hasta que no trascienda la “B” tendremos “la mosca en la oreja”. Nadie se cree que, después de los “piropos” que se han lanzado unos y otros durante la campaña electoral, el CCD apoye con sus tres concejales la investidura como alcalde del Sr. Cerón, sin tener amarradas y bien amarradas las correspondientes contraprestaciones. La foto oficial del pacto, en la que el Sr. Cánovas abarca con sus dos manos las de sus socios de gobierno, deja muy claro quien tendrá la sartén por el mango en esta legislatura.
El camaleónico Sr. Cánovas ha refundido todos los colores de su cartel electoral en uno solo: el azul gaviota. Su compañero en este maridaje, el Sr. Moreno, se le adelantó hace mucho tiempo en estas artes; mientras que el Sr. Espadas se siente despechado por su pareja de baile de los últimos cuatro años porque ha preferido a otro de mejor porte. Está tan enfadado que no quiso ni salir en la foto oficial como convidado de piedra del nuevo enlace.
Una vez más, se ha visto como en las campañas electorales algunos partidos toman el pelo a los ciudadanos. Las convierten en un circo en el que tiene más éxito el que dice el mayor disparate, y se compromete a cosas que incumple incluso antes de tomar posesión del cargo. Aquellos que mantienen su discurso antes, durante y después de las elecciones son considerados radicales.
Después de la que esta cayendo, todavía algunos “palmeros” se extrañaron de que hubiera “indignados” en la puerta del Ayuntamiento que no arrojaron arroz ni brindaron con cava catalán.
Como ya viene siendo habitual en este tipo de actos, el salón de plenos se quedó pequeño y volvimos a asistir a un bochornoso espectáculo: las butacas ya estaban completas antes de que se abriesen las puertas para que los ciudadanos accediesen al mismo. Resulta evidente que no es una casualidad, pues los asientos estaban ocupados por familiares y allegados a los miembros del próximo gobierno municipal. Esto se podía haber evitado, simplemente, celebrando el acto en un lugar con mayor aforo.
Como se suele decir coloquialmente “el pescao ya estaba vendío”, puesto que en la rueda de prensa celebrada el día anterior ya se había hecho público el pacto de gobierno entre PP y CCD. Yo voy más allá, y pienso que este apaño ya se había fraguado antes de las elecciones, aunque algunos de los integrantes de ambas formaciones políticas ni lo supieran.
En los días previos al acto de constitución de la nueva corporación se escucharon todo tipo de rumores sobre posibles alianzas, aunque el PP, como partido más votado, dejó claro desde el principio con quien quería pactar. Por tanto, sólo cabe pensar que el resto de elucubraciones eran interesadas cortinas de humo emitidas para conseguir la mayor rentabilidad posible en la negociación.
Hasta ahora los ciudadanos desconocemos el alcance real del pacto PP-CCD, sólo se conoce un documento que no va más allá de una declaración de buenas intenciones que, casi en su totalidad, podría asumir cualquiera de los grupos municipales. Tengo la sensación de que aquí pasa como en la contabilidad de algunas empresas, donde hay cuenta “A” y cuenta “B”. Hasta que no trascienda la “B” tendremos “la mosca en la oreja”. Nadie se cree que, después de los “piropos” que se han lanzado unos y otros durante la campaña electoral, el CCD apoye con sus tres concejales la investidura como alcalde del Sr. Cerón, sin tener amarradas y bien amarradas las correspondientes contraprestaciones. La foto oficial del pacto, en la que el Sr. Cánovas abarca con sus dos manos las de sus socios de gobierno, deja muy claro quien tendrá la sartén por el mango en esta legislatura.
El camaleónico Sr. Cánovas ha refundido todos los colores de su cartel electoral en uno solo: el azul gaviota. Su compañero en este maridaje, el Sr. Moreno, se le adelantó hace mucho tiempo en estas artes; mientras que el Sr. Espadas se siente despechado por su pareja de baile de los últimos cuatro años porque ha preferido a otro de mejor porte. Está tan enfadado que no quiso ni salir en la foto oficial como convidado de piedra del nuevo enlace.
Una vez más, se ha visto como en las campañas electorales algunos partidos toman el pelo a los ciudadanos. Las convierten en un circo en el que tiene más éxito el que dice el mayor disparate, y se compromete a cosas que incumple incluso antes de tomar posesión del cargo. Aquellos que mantienen su discurso antes, durante y después de las elecciones son considerados radicales.
Después de la que esta cayendo, todavía algunos “palmeros” se extrañaron de que hubiera “indignados” en la puerta del Ayuntamiento que no arrojaron arroz ni brindaron con cava catalán.
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