viernes, 12 de julio de 2013

LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA


Artículo de Damián Rubio publicado en Línea local

A pesar de que nuestra Constitución define al Estado Español como aconfesional, ya que ninguna religión tiene carácter oficial,  los acuerdos de colaboración con la Iglesia Católica hacen que ésta disfrute de una situación de privilegio con respecto a las demás confesiones existentes en nuestro país. Uno de los más significativos es el permitir la asignatura de religión en la escuela pública.
La sociedad española se muestra dividida a la hora de manifestarse a favor o en contra de la religión en la enseñanza pública. Actualmente, casi el 50 % de los padres deciden que sus hijos no asistan a clase de religión en Primaria (el porcentaje aumenta sustancialmente después de haber recibido la Primera Comunión). En Secundaria, por otra parte, casi un 78 % de los alumnos deciden no recibir este tipo de enseñanza.
Desde el 78, año en que se aprobó nuestra Constitución, no ha habido ningún gobierno que se haya atrevido a sacar la religión de las escuelas. Lo más osado ha sido declararla optativa y ofertar alternativas para que los alumnos puedan ser atendidos por otro profesor, mientras que sus compañeros reciben clase de religión en su aula de referencia. Esta es una forma de discriminar a aquellas familias que se salen del redil y se atreven a ser críticas con el sistema. A pesar de arriesgarse a ser señalados, cada vez son más los que optan por no recibir enseñanza religiosa.
Asistan o no nuestros hijos a clases de religión, los gastos en recursos humanos y materiales los pagamos entre todos. Cada año la Administración Educativa gasta unos 500 millones de euros en los sueldos de los profesores de esta asignatura, a los que nombra directamente el Obispado sin que tengan que pasar por oposiciones ni concursos de traslados, garantizándoles así una plaza fija mientras conserven la confianza de quien les designa.
Creo que cada confesión religiosa debería adoctrinar a sus fieles fuera del entorno escolar y en horario no lectivo -tal como se viene haciendo en mezquitas, sinagogas, e iglesias desde siempre-. De esta forma se evitarían agravios comparativos, no sólo entre las distintas confesiones sino también entre creyentes y no creyentes, manteniendo así una verdadera aconfesionalidad con la separación entre Iglesia y Estado. Por ello, comparto la opinión de quienes creen que los centros escolares no deben ser lugares en los que se excluya y discrimine a los alumnos en función de las creencias o convicciones de sus familias. Por tanto, la religión debe estar al margen del currículo académico.
No parece que la nueva Ley de Educación del PP vaya en esta dirección, sino todo lo contrario. Se pretende dar de nuevo validez académica a la asignatura de religión para que tenga peso específico a la hora de la concesión de becas, equiparándola al nivel de las materias tan importantes como matemáticas, ciencias, lengua o idiomas.
Es un contrasentido que nuestra Constitución declare que no se nos puede discriminar por razones de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, y sin embargo en nuestro currículo académico queden señaladas nuestras creencias.
Pienso que no hay que “marear más la perdiz” y apostar, de una vez por todas, por un estado laico, en el que ninguna creencia tenga privilegios sobre las demás. Todas merecen el mismo respeto y consideración.

Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama

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