El pasado día 13 se constituyeron la Cortes Generales
(Congreso y Senado) resultantes de las pasadas elecciones del 20 de diciembre.
Fueron 350 los diputados que tomaron posesión de su escaño en el Congreso, y 266
senadores en la cámara territorial (208 elegidos a través de las urnas y 58
designados por los parlamentos regionales).
El nuevo Congreso tiene
características diferentes a los anteriores, puesto que se ha reducido
considerablemente la media de edad de los diputados a la vez que ha aumentado
la titulación académica de los mismos. También han cambiado las formas, hay
menos corbatas y más atuendos informales. A todo esto hay que añadir una mayor
variedad de grupos políticos. Creo que, en definitiva, la nueva cámara
legislativa representa la pluralidad de la sociedad española.
El Senado sigue siendo una cámara
muy cuestionada por la ciudadanía, que no acaba de entender sus funciones y la
percibe como innecesaria e inoperante. Popularmente se le denomina “cementerio
de elefantes” porque a él van a parar, en buena medida, los “colocados” de los
partidos. Realmente, sus funciones son las mismas del Congreso, pero
prácticamente todas ellas están subordinadas al mismo. Su única atribución
exclusiva es la capacidad de suspender la autonomía de aquellas comunidades que
actúen fuera de la legalidad vigente, reflejada en la Constitución.
Las Cortes ya están oficialmente
constituidas, pero existe una gran incertidumbre sobre la formación del nuevo
gobierno, puesto que no hay ningún grupo para designar un presidente que lo
conforme. Las cábalas se están haciendo desde la misma noche del escrutinio
electoral y el “pactometro” echa humo, pero aún no hay “fumata blanca”.
Rajoy se considera ganador de las elecciones porque
su partido ha sido el más votado, y piensa que debe ser el presidente con el
apoyo de los grandes partidos que él llama constitucionalistas (PP, PSOE y
C´s). Pedro Sánchez repite, por activa y por pasiva, que no facilitará un nuevo
gobierno del PP, y se postula como el candidato de la izquierda. Albert Rivera
está dispuesto a hacer de bisagra con quien se tercie, al no obtener un
resultado electoral que permitiese un pacto de derechas. Pablo Iglesias, por su
parte, no parece dispuesto a tenderle una alfombra al PSOE.
El gran capital y sus mercados
tienen claro el mandato a España, y los principales líderes lo saben. Los
ciudadanos intuimos que los “cuatros espadas” por los que apostaron los medios
de comunicación en la campaña electoral, y que en última instancia consiguieron
más apoyo en las urnas, van a “marear la perdiz” hasta el último momento. Se
trata de llegar a una situación límite que
justifique cualquier decisión que se tome “por el bien general”. Por supuesto, la misma estará en consonancia
con lo que impongan los que mandan por encima de las urnas.
Un adelanto de lo que puede pasar -al margen
del ruido mediático de las rastas, piojos, bicicletas, niño de Bescansa y
“postureos” varios- ya se ha producido con el pacto entre PP, PSOE y C´s para
nombrar a Patxi López (PSOE) presidente del Congreso y repartirse los cargos de
la mesa de la citada cámara.
El fuego está encendido, la
fumata aún no tiene un color definido, pero los trabajadores tenemos todas las
papeletas para salir de nuevo chamuscados.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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