El pasado 1 de octubre se celebró
el polémico referéndum convocado por los partidos políticos independentistas
catalanes, a pesar de estar al margen de
la legalidad vigente. Durante las últimas semanas, a través de los medios de
comunicación, nos han bombardeado con noticias referentes a este proceso, de
manera tan insistente que apenas había cabida en los informativos y tertulias
para cualquier otro tema de interés ciudadano.
Desde el Gobierno de España todos
los esfuerzos se han centrado en demostrar la ilegalidad del referéndum y en
arbitrar la manera de reprimir su celebración. En ningún momento se les ha
pasado por la cabeza abrir cauces de diálogo que evitasen la confrontación. Se
han limitado a buscar la foto con los llamados “partidos constitucionalistas”,
pero sin hacerles mucho caso a los que sugerían una salida política.
Al Gobierno de la Generalitat,
obcecado con la independencia, no le ha importado utilizar el Parlamento
Catalán para promulgar una legalidad a medida de sus objetivos. Para ello, han
organizado un simulacro de referéndum sin las más mínimas garantías
democráticas, contra viento y marea, a sabiendas de que no contaban con una
mayoría ciudadana suficiente para acometer una empresa de esta
trascendencia.
Los intereses ciudadanos no han
sido tenidos en cuenta, ni por unos ni por otros. Tanto al Gobierno Español
como Catalán les ha venido de perlas todo este desaguisado para desviar la atención
y tapar sus vergüenzas. En ambos casos, los presidentes de los partidos
gobernantes están acorralados por los casos de corrupción. Buscarse un enemigo
fuera es la mejor forma de cerrar filas entre sus acólitos y ampliar la
rentabilidad electoral, eso está en el manual de cualquier aprendiz de dictador.
En este teatro, cada uno ha
representado el papel que le convenía y tenía más a la mano. Los gobernantes catalanes
“han bordao” el papel de víctimas con la inestimable colaboración del Gobierno
Rajoy, ansioso por hacer una demostración de fuerza y poderío, como únicos
salvadores de los valores patrios. En cualquiera de los casos no había puntos
intermedios: “estás conmigo o contra tu país”. Teniendo en cuenta sus
corruptelas, no sabemos qué país querían salvar si Andorra o Suiza.
Desde mi punto de vista, como
persona que ha vivido en Cataluña durante 23 años y con tres hijos catalanes,
creo que aún no se les ha dado a los ciudadanos la oportunidad de decidir, con
todas las garantías, sobre su futuro. Además, creo que se han cometido muchos
errores por parte de todos, pero lo más inadmisible es que, en una democracia
del siglo XXI, tengamos que ver personas apaleadas por intentar ejercer su
derecho a voto, aunque no tenga validez la convocatoria.
Aún no se ha reconocido que
España es un país plurinacional. Los gobiernos de turno han utilizado los
nacionalismos en su propio beneficio para obtener mayorías en el Parlamento
Español, en función de las necesidades de cada momento y sin importar cuál era
la moneda de cambio. De esta manera, se ha alimentado el independentismo, hasta
el punto que un solo diputado nacionalista puede determinar las mayorías,
gracias al perverso sistema electoral español.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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