El pasado domingo, 2 de
diciembre, se celebraron las elecciones al Parlamento Andaluz, cuyos resultados ya conocemos y han supuesto
un gran varapalo para el PSOE, después de estar gobernando esta comunidad más
de 36 años. El reparto de escaños ha sido el siguiente: PSOE, 33 diputados; PP,
26; Ciudadanos, 21; Adelante Andalucía, 17; y VOX, 12. Esta nueva composición
parlamentaria permite la posibilidad de un cambio en el gobierno, si tiene
lugar un previsible acuerdo entre los partidos de la derecha. Cabe destacar el
bajo índice de participación, por debajo del 60 %, y la irrupción de la
ultraderecha representada por VOX.
Creo que estos resultados han
sido posibles debido al desencanto de los votantes progresistas con las
políticas llevadas a cabo por el PSOE en Andalucía y sus casos de corrupción en
esta comunidad, en los que se han visto implicados los últimos presidentes del
ejecutivo andaluz, Chaves y Griñán. Sin duda, esto también ha sido determinante
en el alto índice de abstención, situado en torno al 40 %.
De todos es sabido que,
tradicionalmente, la abstención perjudica a los partidos de izquierdas. Resulta
palpable que ni PSOE ni Adelante Andalucía han conseguido movilizar a su
electorado. En tanto que la derecha, aunque tenga tres cabezas distintas y un
solo cuerpo, no ha sido castigada por sus votantes.
A la derecha la corrupción no
suele pasarle factura electoral, como mucho se diluye entre distintas ramas de
un tronco ideológico común. Sin embargo, el votante de izquierdas castiga
duramente las corruptelas. Una de sus formas es con la abstención, que refleja
el desencanto que le provocan las actuaciones de sus representantes.
Por otra parte, no me resisto a
poner sobre el papel la influencia negativa que supuso en Andalucía la ruptura
del PSOE con IU para forzar un adelanto electoral, que acabó en un pacto con
Ciudadanos para gobernar. Algo tendrá que ver esto último en la debacle del
PSOE, que ha perdido 14 diputados, y en el
espectacular ascenso de Ciudadanos, que
ha sumado 12 escaños más.
Mucho me temo que el triunfo de
los partidos de la derecha, cuyos discursos
comparten el neoliberalismo económico radical, traerá consigo nuevos recortes
laborales, pérdida de derechos sociales y precariedad en los servicios
públicos. Además, la influencia de Vox puede acarrear una pérdida importante de
conquistas sociales y democráticas. Si tenemos en cuenta que no está entre las
prioridades de Ciudadanos y PP la defensa de las libertades, las exigencias de
Vox tampoco les darán problemas de conciencia. Téngase en cuenta que esta última
formación política representa a la
ultraderecha, “criada y amamantada” en el seno del PP.
Ante esta situación, que puede
repetirse en próximos comicios, a los trabajadores no nos queda otra que
movilizarnos pacíficamente para defender nuestros derechos sociales, laborales
y democráticos. Espero que tomemos buena nota y empecemos a tener claro que si
pasamos de la política, la política pasa por encima de nosotros y nos machaca.
No podemos dejarnos engañar por
discursos patrióticos, xenófobos y racistas, ni apoyar a quienes los aplauden.
La historia ya nos ha demostrado en muchas ocasiones hacia dónde conducen estos
planteamientos.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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