El pasado 10 de febrero el Gobierno del PP aprobó por decreto ley la reforma del mercado laboral. El Sr. Rajoy nos quiere convencer de que con esta reforma se creará empleo estable y se sentarán las bases para que España se recupere de la crisis.
Los trabajadores sabemos que “nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino” porque, en realidad, lo que contiene la reforma es todo tipo de facilidades para los empresarios, haciendo más barato el despido y estableciendo nuevas modalidades de contratación que reducen los derechos de los asalariados. Cada vez que se ha hecho una reforma laboral sólo ha servido para recortar los derechos de los trabajadores y aumentar los de los empresarios, inclinando la balanza cada vez más hacia la patronal.
Con respecto a la crisis, también nos quieren engañar. Pretenden hacernos creer que dándole más ventajas a quienes la han provocado (sector financiero y empresarial) saldremos de la misma. Las consecuencias de la crisis ya las estamos pagando los trabajadores con la reducción de derechos sociales y laborales, recortes en los servicios públicos, mayor precariedad, más pobreza y más paro. Todo ello da lugar a una reducción del consumo que agudiza la crisis y aumenta la distancia entre clases: los ricos son cada vez más ricos y los pobres, más pobres.
En los últimos 5 años hemos pasado en España de una tasa de paro del 8,6 % al 22,85%, dando lugar a una cifra de 5,3 millones de parados. Esta situación es especialmente grave en sectores como la construcción y la hostelería. Los colectivos más afectados son los jóvenes, inmigrantes y mujeres.
Basta revisar con un poco de atención los detalles de la nueva reforma laboral para darnos cuenta de la que se nos viene encima: facilidades para el despido individual y colectivo, contratos más precarios, legalización de las horas extras, ataque a la negociación colectiva, criminalización de los parados, mayores facilidades para las empresas de trabajo temporal, apuesta por la temporalidad en el empleo en lugar de promover la estabilidad, etc
Intentaré explicar los diferentes aspectos de la reforma y sus negativas consecuencias para la clase trabajadora en particular, y la sociedad en general. En cuanto a las facilidades para despedir, cabe señalar la creación de un nuevo contrato, denominado de apoyo a emprendedores, que significa de hecho el despido libre y gratuito. Con el mismo las empresas de menos de 50 trabajadores, que son la mayoría de las empresas de nuestro país, y emplean a más del 60 % de los trabajadores, ven ampliado el periodo de prueba de 2 meses a 1 año. Durante el mismo, se puede despedir a un trabajador sin justificación, sin aviso previo y sin indemnización alguna. De esta forma, la patronal consigue el tan ansiado despido libre, además de garantizarse una plantilla joven, renovable y sumisa. Todo ello aderezado con suculentas bonificaciones en las cuotas a la Seguridad Social.
El despido colectivo también se facilita y abarata. Sólo es necesario que el empresario manifieste “perdidas actuales o previstas, o la disminución en ingresos o ventas” durante 3 trimestres consecutivos, aunque la empresa siga teniendo beneficios. Por tanto, los trabajadores quedan a merced del empresario, que no precisa autorización previa de la Administración Laboral para “aligerar la plantilla” cuando le plazca.
Tengo la sensación de estamos retrocediendo a aquella época en la que los empresarios sólo tenían que darse un “garbeo” por Los Patos para seleccionar a dedo a los trabajadores más sumisos. (La semana que viene “seguiremos hablando del Gobierno”).
Los trabajadores sabemos que “nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino” porque, en realidad, lo que contiene la reforma es todo tipo de facilidades para los empresarios, haciendo más barato el despido y estableciendo nuevas modalidades de contratación que reducen los derechos de los asalariados. Cada vez que se ha hecho una reforma laboral sólo ha servido para recortar los derechos de los trabajadores y aumentar los de los empresarios, inclinando la balanza cada vez más hacia la patronal.
Con respecto a la crisis, también nos quieren engañar. Pretenden hacernos creer que dándole más ventajas a quienes la han provocado (sector financiero y empresarial) saldremos de la misma. Las consecuencias de la crisis ya las estamos pagando los trabajadores con la reducción de derechos sociales y laborales, recortes en los servicios públicos, mayor precariedad, más pobreza y más paro. Todo ello da lugar a una reducción del consumo que agudiza la crisis y aumenta la distancia entre clases: los ricos son cada vez más ricos y los pobres, más pobres.
En los últimos 5 años hemos pasado en España de una tasa de paro del 8,6 % al 22,85%, dando lugar a una cifra de 5,3 millones de parados. Esta situación es especialmente grave en sectores como la construcción y la hostelería. Los colectivos más afectados son los jóvenes, inmigrantes y mujeres.
Basta revisar con un poco de atención los detalles de la nueva reforma laboral para darnos cuenta de la que se nos viene encima: facilidades para el despido individual y colectivo, contratos más precarios, legalización de las horas extras, ataque a la negociación colectiva, criminalización de los parados, mayores facilidades para las empresas de trabajo temporal, apuesta por la temporalidad en el empleo en lugar de promover la estabilidad, etc
Intentaré explicar los diferentes aspectos de la reforma y sus negativas consecuencias para la clase trabajadora en particular, y la sociedad en general. En cuanto a las facilidades para despedir, cabe señalar la creación de un nuevo contrato, denominado de apoyo a emprendedores, que significa de hecho el despido libre y gratuito. Con el mismo las empresas de menos de 50 trabajadores, que son la mayoría de las empresas de nuestro país, y emplean a más del 60 % de los trabajadores, ven ampliado el periodo de prueba de 2 meses a 1 año. Durante el mismo, se puede despedir a un trabajador sin justificación, sin aviso previo y sin indemnización alguna. De esta forma, la patronal consigue el tan ansiado despido libre, además de garantizarse una plantilla joven, renovable y sumisa. Todo ello aderezado con suculentas bonificaciones en las cuotas a la Seguridad Social.
El despido colectivo también se facilita y abarata. Sólo es necesario que el empresario manifieste “perdidas actuales o previstas, o la disminución en ingresos o ventas” durante 3 trimestres consecutivos, aunque la empresa siga teniendo beneficios. Por tanto, los trabajadores quedan a merced del empresario, que no precisa autorización previa de la Administración Laboral para “aligerar la plantilla” cuando le plazca.
Tengo la sensación de estamos retrocediendo a aquella época en la que los empresarios sólo tenían que darse un “garbeo” por Los Patos para seleccionar a dedo a los trabajadores más sumisos. (La semana que viene “seguiremos hablando del Gobierno”).
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