La sociedad española está cansada
y enrabietada como consecuencia de la larga crisis económica en la que el
capital nos ha metido en los últimos años. Está cansada de corruptelas,
desahucios, recortes sociales y laborales, privatizaciones, desempleo, etc.
Esta situación no se puede
sostener durante mucho más tiempo. De hecho, ya hay movimientos sociales que
plantean cambios sustanciales en la forma de hacer política. Los indignados del
15M proclaman abiertamente que los políticos, con su distanciamiento de los
ciudadanos, ya “no nos representan”. Otro movimiento, como la Plataforma de
Afectados por las Hipotecas (PAH), reivindica la dación en pago para evitar que
los desahuciados por el impago de su vivienda estén empeñados de por vida con
la entidad bancaria que, con tanta “alegría”, les permitió “empuarse hasta los
dientes”. Por otra parte, las Mareas Ciudadanas reivindican y defienden lo
público ante el afán privatizador del gobierno Rajoy (PP).
Otro asunto que sigue sin
resolverse, y que cada vez es más demandado socialmente, es la reforma de la
Ley Electoral, para que después de los comicios el reparto de escaños sea más
justo y proporcional, evitando así el bipartidismo PP-PSOE imperante desde los
inicios de nuestra democracia. Me parece inconcebible que en nuestra Región, una
comunidad autónoma uniprovincial, sin ir más lejos, en las últimas Elecciones
Autonómicas, al PP le costase un diputado 11.000 votos, mientras que Izquierda Unida necesitó 51.000 para
conseguir su único representante.
Recientes estudios reflejan que
el 82% de los españoles se muestra partidario de una reforma inminente de la
Ley Electoral, que se haga efectiva en los próximos comicios, porque ésta sería
la única forma de que los movimientos sociales accedieran a la participación en
política, y que el voto útil, con el que tanto juegan los grandes partidos, sea
el que refleje el verdadero sentir de los ciudadanos.
A los partidos hegemónicos de
nuestro país les da verdadero pánico la participación ciudadana. Esto es así
porque el bipartidismo les concede una serie de privilegios, para ellos
irrenunciables: alternancia en el poder, aplicación del rodillo de las
mayorías, control de los medios de comunicación, obtención del favor de los
poderes económicos, interferencia en las decisiones judiciales, reparto de
prebendas entre sus “amigos y allegados”, etc. Todo ello para que no peligre un
sistema que les favorece, tanto a ellos como a los que realmente mandan, que
son los poderes económicos.
Este sistema nos está elevando a
las más altas cimas de la corrupción, de la que no se libran ni los cargos más
representativos del Estado. Los ciudadanos cada vez estamos menos dispuestos “a
sufrir en silencio” los disparates de nuestros gobernantes, y seguiremos
reivindicando nuestros derechos aunque intenten criminalizarnos e
identificarnos con terroristas, tal y como esta haciendo el PP con la
Plataforma de Afectados por las Hipotecas. Todavía recuerdo el impresionante
despliegue policial que vivimos en Alhama para recibir la Marcha de Parados del
pasado mes de noviembre.
A pesar de los esfuerzos de PP y
PSOE por evitar que la marea de la participación ciudadana les desborde, espero
que lo que reflejan las encuestan sobre el ascenso de las opciones minoritarias
se haga realidad en las próximas elecciones, y, de una vez por todas, se acaben
los nefastos “rodillos”.
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