artículo de Damián Rubio publicado en Infolínea
Como todos los años, el primero
de mayo se celebra la Fiesta Internacional del Trabajo. En esta fecha los
trabajadores nos manifestamos para reivindicar mejoras relacionadas con el
mundo laboral. Así se viene haciendo desde finales del siglo XIX, cuando, en
plena revolución industrial, los obreros empezaron a luchar por conseguir una
jornada y un salario más digno.
Desde entonces, la celebración de
este Día ha pasado por numerosas vicisitudes: prohibiciones, intentos de
santificación (convirtiéndolo en San José Obrero), masiva participación en los
años 80 y paulatino declive hasta nuestros días, en los que el Gobierno Rajoy
pretende finiquitarlo a base de recortes en las libertades, tal y como se
demuestra con la “Ley Mordaza”.
Este gobierno pasará a la
historia como protagonista de los mayores recortes laborales y sociales
infringidos a la clase trabajadora durante la Democracia. A los pocos meses de iniciarse la actual
legislatura, el gobierno popular asestó un duro golpe a la clase obrera con la
aprobación por decreto ley de su reforma del mercado laboral. Con ella, y otras
medidas sociales y económicas, se mermaron de forma escandalosa los derechos de
los trabajadores. Al mismo tiempo, aumentó el poder de la patronal en forma de:
facilidades para el despido individual y colectivo, contratos más precarios,
legalización de horas extras, ataque a la negociación colectiva, recortes en
las prestaciones por desempleo, facilidades a las empresas de trabajo temporal,
etc.
La política laboral del Partido
Popular ha propiciado la reducción de los salarios, libertad para modificar la
jornada laboral, impunidad para cambiar las categorías profesionales,
imposición de la movilidad laboral y geográfica. Todo esto ha supuesto una
precarización generalizada de las condiciones de trabajo.
Tengo la sensación de que el
objetivo final es sustituir a la clase trabajadora por un estamento formado por empleados sumisos,
obedientes, agradecidos y silenciosos. Todo el que se atreva a reivindicar sus
derechos se juega el puesto de trabajo. Se ha infundido tanto miedo al personal
que nadie se plantea obtener mejora alguna, sino mantener a toda costa un
puesto de trabajo, pasando incluso por reducciones salariales humillantes.
Los desahucios, la reducción en
prestaciones sociales, los recortes en los servicios públicos, el
encarecimiento de suministros básicos
(luz, agua, gas…) o el incremento de los impuestos se han convertido en los
principales azotes de la clase trabajadora, que se ve obligada a aceptar o
mantener cualquier puesto de trabajo precario para poder subsistir, a la espera
de mejores tiempos.
El ataque furibundo sufrido por
los sindicatos de trabajadores en estos últimos años no es casual,
sino que forma parte de una
estrategia de los poderes económicos para conseguir que los trabajadores,
además de sumisos y obedientes, estén desorganizados y desprotegidos.
Creo que los trabajadores tenemos
motivos suficientes para salir a la calle este primero de mayo a manifestar que
estamos hartos de ser los “paganos” de la crisis, y reivindicar los derechos
sociales y laborales que tanto trabajo nos ha costado conseguir con la lucha
obrera.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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