Artículo de Damián Rubio publicado en Infolínea
El pasado lunes, como todos los
años, se conmemoró el 1º de mayo, Fiesta Internacional del Trabajo. La misma
sigue manteniendo su carácter reivindicativo de la clase trabajadora, que cada
vez tiene más motivos para echarse a la calle y luchar por sus derechos.
Su origen data de 1886, cuando un
grupo de sindicalistas estadounidenses convocó una huelga para reclamar la
jornada laboral de 8 horas. Este hecho histórico trajo consigo miles de
trabajadores heridos, detenidos o despedidos. De los sindicalistas
organizadores, 5 de ellos fueron conducidos a la horca y 3 encarcelados.
Este año el lema de las
manifestaciones ha sido: No hay excusas. “Empleo Estable, Salarios Justos,
Pensiones Dignas y Más Protección Social”, que resume los principales
argumentos por los cuales se han movilizado los trabadores en las calles de las
ciudades españolas.
Se da la paradoja de que en
España han aumentado simultáneamente, con la crisis, la riqueza y la pobreza,
hasta alcanzar ambas cifras de record. Como bien dice un columnista de un
diario nacional al que suelo leer: “España es cada vez más rica y los españoles
cada vez más pobres”. Con esta afirmación, bajo mi punto de vista, define muy
gráficamente la situación actual de nuestro país.
“El milagro Rajoy” –o de Fátima…
Báñez, a la sazón Ministra de Trabajo- ha hecho que se incremente el Producto
Interior Bruto, al mismo tiempo que empeoran las condiciones laborales,
salariales y sociales de los trabajadores. Todo ello, auspiciado por su famosa
Reforma Laboral del año 2012, que tenía como principales objetivos facilitar la
contratación de jóvenes y parados, favorecer el empleo fijo y endurecer las
condiciones para el despido.
Cinco años después de estos
“buenos propósitos” -en los que todos teníamos claro que había “gato encerrao”-
las condiciones laborales de la clase trabajadora española son más precarias
que nunca. Se han cargado de facto la negociación colectiva; reducido
drásticamente los salarios; incrementado los contratos temporales y a tiempo
parcial, en detrimento del empleo estable (9 de cada 10 contratos firmados son
temporales); disparado el desempleo de los jóvenes y la emigración de los
mismos; facilitado el despido y aumentado el número de parados de larga
duración, principalmente entre los mayores de 55 años.
Todo esto se resume en que cada vez son más
las familias que no consiguen llegar a fin de mes porque sus ingresos no dan
para ello, hasta el punto de que las políticas del PP han creado una nueva
clase social: “el trabajador pobre”. Los datos nos dicen que el 18 % de los trabajadores
están en riesgo de pobreza o exclusión social, y que el 61 % de los
desempleados corren la misma suerte. En contraposición, los ricos tienen cada
vez más dinero.
Las víctimas de la “reforma Rajoy”
son principalmente mujeres, jóvenes y mayores de 55 años, que han aumentado
exponencialmente sus dificultades para encontrar trabajo. Sólo un dato, el
desempleo entre los jóvenes ha pasado del 46 al 50,8 %, entre 2012 y 2017, sin
contar con la gran cantidad de ellos que han hecho las maletas para buscar
trabajo fuera de nuestras fronteras.
Creo que siguen sobrándonos los motivos para reivindicar
nuestros derechos en la calle y en los centros de trabajo durante todo el año.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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