Artículo de Damián Rubio publicado en InfoLínea
La Navidad, en los últimos
tiempos, se ha convertido en la fiesta del consumo por excelencia. Es muy
difícil para cualquier ciudadano escapar de la vorágine de compras en la que
nos vemos inmersos. El marketing publicitario cada vez adelanta más sus
reclamos para que no olvidemos “nuestras obligaciones” con el “sacrosanto” dios
del consumo.
Todo empieza en la última semana
de noviembre con el Black Friday (Viernes Negro), tradición de origen
estadounidense con la que se inauguran
las compras navideñas en grandes almacenes y tiendas, utilizando como gancho la
oferta de “suculentas” rebajas. Esto propicia que los consumidores, pensando en
que ahorraremos algún euro, nos pongamos en “modo navideño compulsivo” un mes
antes de las fechas festivas. Las que hacen verdaderamente su agosto son las
tiendas “online”, principales promotoras de este evento en nuestro país.
Como los españoles tenemos la
bonita costumbre de infravalorar lo propio y ensalzar lo que vine de fuera
(sólo necesitamos que tenga un nombre llamativo y raro), hemos adoptado como
propia esta costumbre americana para seguir estando a la última.
Otra actividad que se ha
convertido en costumbre, en vísperas de la fechas navideñas, son las famosas
cenas de empresa, que empezaron siendo un evento corporativo del jefe
obsequiando a sus empleados para agradecerles su contribución a los buenos
resultados de la empresa, hasta convertirse en una reunión de compañeros de
trabajo que salen a divertirse en las fechas previas a la Navidad, como
aperitivo de las tradicionales comidas familiares.
Tanto una actividad como otra
generan una gran aglomeración de peatones y tráfico rodado en las zonas
comerciales de los principales núcleos urbanos, dando lugar en muchos casos a
un autentico caos.
El anticipo de las compras
navideñas no es nada nuevo para nosotros, puesto que nuestra tradicional
lotería del 22 de diciembre ha ido adelantando fechas en su aparición, hasta el
extremo que ya es habitual encontrarla en
cuando vamos de veraneo.
La fiebre consumista de final de
año se inicia en noviembre, se mantiene hasta Reyes y continúa con las rebajas
de enero. Aunque todos los indicadores señalan pérdidas de poder adquisitivo en
salarios y pensiones, los publicitas se estrujan el cerebro para que mantengamos
nuestro interés por el consumo aunque los bolsillos estén vacíos. Confían en
que haremos lo necesario para mantener nuestro nivel de consumo.
Creo que nos hemos creído el
mensaje: “vive y consume hoy, como si no hubiese un mañana”. El paraíso pasa por
consumir y no ser menos que el vecino; la austeridad vendrá después de enero y
se mantendrá “hasta que llegue la primavera al Corte …”, entremedias tendremos
el Día de los Enamorados, el Día del Padre, el Día de… lo que sea.
Resulta complicado mantener la
mente fría y escapar a esta vorágine con la que nos “bombardean” las luces,
escaparates, arbolitos, anuncios,
pantallas de plasma, etc. “Es difícil seguir la senda por donde han ido los
pocos sabios que en el mundo han sido”. ¡Felices Fiestas!
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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