Artículo de Damián Rubio publicado en Infolinea del 21 de diciembre
La violencia en el deporte,
principalmente en el fútbol, es un problema muy serio, que cada vez es más
frecuente y que precisa de una solución definitiva (sin que esto suponga jugar
a puerta cerrada o a 10.000 km del país de los equipos contendientes). Son
múltiples los episodios violentos entre aficionados que nos ofrecen los medios
de comunicación, tanto del fútbol profesional como del amateur. Lo más grave es
que esta violencia, en los últimos tiempos, se ha extendido al fútbol base.
Recientemente, hemos asistido al aplazamiento
del segundo partido correspondiente a la final de la Copa Libertadores
(equivalente americano a la final de la Champions League en Europa) y a su
posterior disputa en el Santiago Bernabéu, como consecuencia de los altercados
provocados por los aficionados en Buenos Aires. También se han difundido en
nuestro país, en fechas recientes, lamentables imágenes mostrando peleas entre
padres en un encuentro de categoría cadete.
Desde mi punto de vista, considero
que si ya es muy grave que la violencia sea tan frecuente en el fútbol
profesional, mucho más grave aún lo es que se produzca en los partidos de los
equipos de base, cuyos integrantes son niños y jóvenes menores de edad que
están aprendiendo a formarse como personas, y el deporte debería contribuir a
su educación con valores positivos, sin darle tanta importancia a ganar o
perder.
Nuestra localidad no es ajena a
este problema. Como aficionado al deporte, he asistido a varios partidos de
fútbol base y he podido observar la actitud agresiva de algunos padres,
excesivamente “forofos”, increpando al árbitro por sus actuaciones, dando
continuas instrucciones a sus hijos, discrepando de las decisiones de los
técnicos o menospreciando al adversario.
No son muchos, pero desgraciadamente se hacen notar. El resto de
aficionados a veces sentimos vergüenza ajena, pero nadie se atreve a “pedirles
un poco de cordura” a esos padres que creen tener en su hijo a un “Messi en
potencia”.
Me alegra saber que en el orden
del día del Pleno Ordinario de diciembre se incluye una propuesta para declarar
Alhama como ciudad libre de violencia en el deporte. Bajo este título,
aparentemente rimbombante, se incluye el compromiso de desarrollar una serie de
actuaciones para abordar esta lacra. Entre ellas, destacan acciones formativas,
de concienciación en colegios, clubes y entidades deportivas; la condena de
todos los actos de violencia, homofobia e intolerancia, así como favorecer la
prevención de la violencia a través de mecanismos legales, soportes
publicitarios y otras medidas.
No quiero ser excesivamente duro
con el fútbol, un deporte que me encanta. Lo he practicado, en otros tiempos y
en otras tierras, como jugador y entrenador. Aunque la violencia no es
exclusiva de este deporte, si es cierto que la mayor parte de los casos se dan
en el mismo, posiblemente por ser más mediático y mayoritario. Por otra parte,
creo que no hay que descargar toda la responsabilidad de la solución de este
problema en las instituciones, puesto que es una tarea educativa en la que
todos podemos aportar nuestro granito de arena, principalmente en el seno
familiar y en nuestro entorno más cercano.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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