“Cada cambio social injusto, significará una situación desfavorable
para las mujeres”. Simone
de Beauvoir.
Las ultimas elecciones generales
han destapado el discurso del odio y comprobamos que quienes han estado
contenidos durante la etapa democrática, airean sin pudor su inmensa capacidad
de mostrar lo peor del ser humano. Odiar lo que es diferente, lo que se
desconoce; esta es la posición elegida por una minoría de ultraderecha que,
gracias al apoyo, por palabra, obra u omisión, de los partidos más cercanos a
su ideología, está creciendo con rapidez.
En el discurso del odio puede
verse con claridad la diferencia entre lo simple y lo complejo, entre el odio y
el amor. Odiar es fácil, no hace falta hacer ningún esfuerzo, sólo dejarse
llevar por los instintos más primarios, lo que produce una satisfacción
inmediata como si de una droga se tratase y, como cualquier adicción, el odio,
va necesitando una dosis cada vez mayor para quedar satisfecho. Lo complicado,
aquello que necesita de la sabiduría, es amar y respetar al otro, a pesar de
las diferencias, sean de la clase que sean.
Estamos viviendo un tiempo en el
que los movimientos negacionistas, identificados en muchos casos con los ultraderechistas
a los que antes hacía referencia, van en aumento. Niegan el Holocausto, la Dictadura,
el Cambio Climático y niegan que exista Violencia contra las Mujeres.
El problema de este tipo de
violencia no es algo trivial, son muchos los factores que influyen en ello, es
preciso analizar las causas en profundidad para ver porqué es algo tan difícil
de solucionar, lo que claramente no ayuda es negar que exista. Los comportamientos violentos tienen que ver
con el odio, la sinrazón y la ignorancia; negar que existen pone en evidencia
la violencia propia.
El 28 de diciembre de 2004, se
aprobó, por unanimidad, la “Ley Orgánica de medidas de protección integral
contra la violencia de género”. El 25N del año en el que estamos, un partido de
extrema derecha (aun ausente en el parlamento en 2004) ha boicoteado ese
consenso institucional que se venía manteniendo desde entonces. Cualquier ley
puede mejorarse, esta también, para eso existe el debate político, lo que no se
debe admitir es que se cuestione su necesidad.
Uno de los principales
representantes del mencionado neo grupo parlamentario, portavoz de este en el
ayuntamiento de Madrid, aprovechó uno de los actos conmemorativos del 25N para
“reventar” el acto exigiendo la derogación de dicha ley.
Durante su intervención muchas
mujeres abandonaron la sala; una de ellas le dirigió unas palabras, pidiendo
respeto para quienes, como ella, son víctimas de esa violencia que él y su
partido niegan; el político en cuestión no la miró en ningún momento mientras
hablaba, volviendo la cabeza hacia otro sitio.
Los medios de comunicación han
calificado el comportamiento de este portavoz como cobarde, indigno, mezquino,
infame, etc. Yo creo que hemos sido testigos de un ejemplo real de violencia
contra las mujeres, expresado en el gesto y el desprecio hacia las palabras de
una de ellas y hacia una ley que las protege.
-Toda violencia es execrable, la que se ejerce
contra las mujeres se ha cobrado la vida de 1028 mujeres desde 2003, fecha en
que empezaron a contabilizarse. Sólo en lo que va de año, son 52 las que han
sido asesinadas-
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