jueves, 28 de mayo de 2009

JUEGA LIMPIO EN EUROPA

Cuando este artículo vea la luz estaremos en vísperas de la jornada de reflexión previa a las elecciones europeas. Supongo que nuestros políticos habrán sido capaces de explicar claramente la importancia que para los ciudadanos españoles tiene la participación en estos comicios, más allá de las disputas domésticas entre los partidos mayoritarios.
Tengo la sensación de que los españoles aún no sabemos claramente cuál es la labor que desempeñan nuestros eurodiputados en Estrasburgo. Las campañas electorales se suelen centrar en cuestiones de índole nacional, no sé si con la sana pretensión de motivar al electorado, o simplemente porque no se quieren explicar claramente las atribuciones del Parlamento Europeo.
Desgraciadamente, creo que hasta ahora las políticas europeas han estado al servicio de los intereses macroeconómicos, y han tenido muy poca incidencia positiva en los sectores sociales más desfavorecidos. Todos los esfuerzos se han orientado hacia el libre mercado para eliminar trabas a la circulación del capital. Me temo que si la alternativa está entre PP y PSOE, cuyas diferencias en materia económica son prácticamente inexistentes, seguiremos en las mismas. No me olvido de que Zapatero apoyó la candidatura de Rodrigo Rato para dirigir el FMI (Fondo Monetario Internacional), que es responsable directo de la crisis económica global en la que estamos inmersos y que, como siempre, afecta en mayor medida a la clase trabajadora. Tampoco se me pasa por alto que “ZP” propone como presidente de la Comisión Europea a Durao Barroso, dirigente portugués que apoyó al “Trío de las Azores” responsable de nuestra participación en la Guerra de Irak.
Entiendo por qué hasta ahora gran parte de los europeos se abstiene en estas elecciones. En primer lugar, porque desconocen las funciones del Parlamento Europeo y, por otra parte, porque no ven claramente que sirva para defender los intereses generales de la ciudadanía.
Para motivar a los electores se hace imprescindible un giro radical en la política comunitaria. Se necesita un Parlamento dotado de plenos poderes legislativos, que apueste por una política social que abarque a toda la población y que proponga un modelo económico alternativo al actual. Se precisa un aumento de los presupuestos comunitarios que llegue, como mínimo, al 3% del PIB europeo. De esta manera, se podría invertir en servicios sociales tan importantes como: educación, ciencia y tecnología, protección del medio ambiente, etc. Otra cuestión fundamental es una PAC (Política Agraria Común), que propicie el control de las grandes multinacionales que manejan a su antojo el mercado alimentario, el impulso del cooperativismo agrario y el desarrollo de un comercio que beneficie a productores y consumidores.
Personalmente, quiero invitar a la participación en estas elecciones porque considero que otra Europa es posible, más allá de las “soluciones” que ofrece el PP o de los “partidos” que quiere jugar el PSOE. Resulta bochornoso que dos formaciones, cada vez más próximas políticamente, nos pretendan engañar radicalizando sus posiciones durante la contienda electoral. Para ello, no tienen reparos en sacar trapos sucios el uno del otro para ver cual de los dos tiene en los banquillos de los juzgados a más miembros de su equipo. Creo que a los trabajadores nos interesa votar por los partidos que siempre practican el “juego limpio”.

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