El pasado jueves, 28 de enero, se produjo en nuestro Ayuntamiento el esperado relevo en la Alcaldía protagonizado por los Sres. Romero y Espadas, líderes de PP y PSOE respectivamente.
Este acto suscitó una gran expectación a nivel local y regional, dando lugar a que nuestro salón de plenos estuviese repleto de público y medios de comunicación, como en las “grandes ocasiones” (affaire Teresa Rodríguez y los escándalos de Polaris). Sin duda, entre los ciudadanos había un cierto morbo ante la posibilidad de asistir a un nuevo Pleno con polémica, algo que no era descabellado después de las actuaciones protagonizadas en los días previos por el alcalde saliente y su concejal de cultura. No se descartaba que algún miembro del Gobierno Municipal interpretase que, con la nueva redistribución de concejalías realizada por el Sr. Romero para despedirse del cargo, el pacto inicial entre PP y PSOE se hubiese resquebrajado y lo manifestase en la votación para la elección del nuevo alcalde. De hecho, pese a que finalmente todos los miembros del Gobierno presentes le dieron el respaldo al Sr. Espadas, con diez votos, durante el recuento los asistentes percibimos una calma tensa.
En un acto protocolario de este tipo, todas las actuaciones suelen estar “atadas y bien atadas”, sólo los pequeños gestos y detalles improvisados pueden darle un poco de sal al evento. Como asistente al mismo, me llamó la atención que el concejal defenestrado se llevará los más cálidos aplausos después de su corta intervención, en la que demostró tener muchas más tablas que su jefe de filas. Su elegante gesto, como portavoz del Grupo Popular, cediendo la palabra al alcalde saliente, contrastó son el irrefrenable afán de protagonismo del Sr. Romero, que pretendió seguir distribuyendo el orden de intervención, preocupado por si le arrebataban su “minuto de gloria” para expresar su “sastifación” por lo bien que ha llevado a cabo su mandato. Este detalle no pasó desapercibido para el nuevo alcalde que, durante la ronda de saludos después de su elección, se distinguió con el Sr. Basauri dándole un efusivo abrazo.
Sin duda, lo más esperado de la noche era el discurso del nuevo alcalde. El Sr. Espadas, después de recibir felicitaciones y consejos por parte de los portavoces de los grupos municipales, realizó un extenso discurso en el que introdujo citas de célebres pensadores como Rousseau y Aristóteles, a los que utilizó como referencia de su futuro proceder. Me llamó la atención que manifestase su satisfacción porque los hechos han demostrando que PP y PSOE no son tan antagónicos como la gente creía, así como su voluntad de seguir en la misma línea. Yo creo que si las cosas han cambiado tanto con respecto a anteriores legislaturas, en las relaciones PP-PSOE, que se pueden intercambiar entre sus líderes locales expresiones como “te lo mereces, Pepe” y “gracias Juan, amigo”, en las próximas elecciones podrían ir de la mano, sin que nos sorprendiéramos ningún alhameño, para proponerles a Valcárcel y Saura una coalición que salvaguarde los intereses del “ladrillo pasao por agua”.
Deseo que el nuevo alcalde realice su labor pensando no sólo en los intereses del capital, sino en el de los ciudadanos de a pie, que somos mayoría. Me sentiría defraudado si las citas a Rousseau y Aristóteles, referidas a la justicia social, sólo fuesen un farol para quedar bien de cara a la galería. Desgraciadamente, “el hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”.
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