
Todos sabemos que el Real Decreto con las medidas propuestas por el Ejecutivo nacional salió adelante en el parlamento por un solo voto de diferencia a favor, gracias a la abstención de un sector de partidos de ámbito regional, concretamente CIU, Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro. A nadie se le escapa que el PSOE se ha visto obligado a adoptar las medidas que le han impuesto los sectores financieros a nivel internacional, y que si el PP estuviese gobernando, estas medidas serían incluso más duras para los más débiles. No quiero con esto defender la política de Zapatero, que de ninguna manera comparto, pero sí dejar claro que la actitud del PP, en todos los ámbitos, es de una hipocresía despreciable. Su único objetivo es el poder, y para ello no tienen el menor escrúpulo en utilizar los disfraces y discursos que convengan en cada momento y lugar.
La posición del Partido Popular en el último pleno, en relación con la moción referida al inicio del artículo, rozó el esperpento. Tenían harto difícil conjugar su maridaje local con el PSOE y el acoso y derribo de Zapatero que mantienen los populares a nivel nacional. Para evitarse problemas, tomaron el camino de enmedio, la abstención, con el que intentaron salir indemnes de una situación comprometida, sabiendo que sus afiliados y simpatizantes, aunque no entiendan ni compartan su posición en el pleno, les seguirán votando fielmente, como de costumbre. Tienen muy claro que la factura de la crisis económica nacional y del maridaje político local la pagará íntegramente el PSOE, aunque de vez en cuando ellos tengan que soportar algún chaparrón dialéctico en el Salón de Plenos.
La conclusión que yo saco de este asunto es que, en el debate plenario al que me estoy refiriendo, los verdaderos representantes de los intereses de los alhameños fueron los Grupos de la Oposición, que sacaron adelante esta moción a pesar de los intereses partidistas de PSOE y PP, que están más allá de los de sus propios votantes y afiliados. Estos dos Grupos ya han demostrado sobradamente, en Alhama, su capacidad camaleónica para cambiar de piel cuando llegan al gobierno municipal, sin importarles perder su identidad política.
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