El pasado domingo, después de desayunar, me encontré con la disyuntiva de asistir a una u otra de las dos manifestaciones convocadas esa mañana. En Murcia, a las 11,30 horas, se me invitaba a expresar mi rechazo a la reforma laboral impuesta por el Gobierno del Sr. Rajoy. Mientras que en Alhama, prácticamente a la misma hora, la Plataforma por una Ubicación Justa del Nuevo IES Valle de Leiva contaba conmigo para mostrarles mi apoyo a sus reivindicaciones. Finalmente, y al encontrarnos los compañeros que queríamos asistir a ambos eventos con el corazón “partío”, decidimos repartir nuestros apoyos. A mí me correspondió “arrimar el hombro” en la de Alhama.
Por la edad que tengo no me afecta directamente ninguna de las manifestaciones, puesto que ya estoy jubilado hace algunos años y no tengo hijos en edad escolar. Sin embargo, como trabajador y como alhameño, me solidarizo con los manifestantes de las dos convocatorias.
El acto reivindicativo de Alhama inició su recorrido sobre las 12,15 horas en la Rotonda de los Abanicos para finalizar sobre las 13,30 en la puerta del Ayuntamiento, donde se leyó un manifiesto en el que se expresaban los argumentos motivadores de la concentración. Según se comenta, asistieron más de 600 personas que, en todo momento y como era de esperar, se comportaron de forma cívica y respetuosa.
La nota discordante la pusieron las fuerzas de seguridad que, en primera instancia, intentaron evitar que la manifestación discurriese por uno de los carriles de la Avenida Antonio Fuertes, insistiendo en que se desarrollara por la vía de servicio y, posteriormente, en un alarde de autoridad improcedente, multaron a un camionero por expresar su apoyo tocando el claxon.
No entiendo esta actitud de prepotencia en un acto que en todo momento fue ejemplar, en cuanto al comportamiento de los participantes se refiere. Parece que había ganas de provocar. En todo el recorrido, no escuché ni un solo insulto hacia las autoridades; sólo se emitieron proclamas a favor de una ubicación justa del nuevo instituto.
Al día siguiente, lunes, el Sr. Alcalde convocó una rueda de prensa en la que le acompañaron la Concejal de Educación, un técnico municipal y representantes del IES Valle de Leiva. En la misma se mostró muy compresivo y halagador con los manifestantes, pero volvió a insistir en que la única ubicación posible para el nuevo instituto es la Urbanización Nueva Espuña. No entiendo para qué necesitaba en ese acto la presencia del Director del Centro referido, ni la de la Presidenta del AMPA del mismo. Esto no es otra cosa que utilizar políticamente a las personas en propio beneficio.
Los compañeros que asistieron a la manifestación de Murcia me comentaron que había sido una de las más multitudinarias que recordaban. Según los organizadores, asistieron más de 30.000 personas para expresar el rechazo a una reforma laboral que pretende suprimir los derechos que los trabajadores han adquirido en muchos años de lucha.
Como rezaba la pancarta que abría la manifestación, esta reforma es injusta, ineficaz e inútil. En modo alguno creará empleo, como ya ha reconocido el propio Gobierno, sino que abaratará el despido y con ello aumentará el número de parados en nuestro país.
Así que nos sé si tengo el corazón “partío” por mi deseo de estar presente en las dos manifestaciones, o por la sensación que me queda al constatar que estamos retrocediendo a pasos agigantados hacia épocas que ya pensábamos superadas.
Por la edad que tengo no me afecta directamente ninguna de las manifestaciones, puesto que ya estoy jubilado hace algunos años y no tengo hijos en edad escolar. Sin embargo, como trabajador y como alhameño, me solidarizo con los manifestantes de las dos convocatorias.
El acto reivindicativo de Alhama inició su recorrido sobre las 12,15 horas en la Rotonda de los Abanicos para finalizar sobre las 13,30 en la puerta del Ayuntamiento, donde se leyó un manifiesto en el que se expresaban los argumentos motivadores de la concentración. Según se comenta, asistieron más de 600 personas que, en todo momento y como era de esperar, se comportaron de forma cívica y respetuosa.
La nota discordante la pusieron las fuerzas de seguridad que, en primera instancia, intentaron evitar que la manifestación discurriese por uno de los carriles de la Avenida Antonio Fuertes, insistiendo en que se desarrollara por la vía de servicio y, posteriormente, en un alarde de autoridad improcedente, multaron a un camionero por expresar su apoyo tocando el claxon.
No entiendo esta actitud de prepotencia en un acto que en todo momento fue ejemplar, en cuanto al comportamiento de los participantes se refiere. Parece que había ganas de provocar. En todo el recorrido, no escuché ni un solo insulto hacia las autoridades; sólo se emitieron proclamas a favor de una ubicación justa del nuevo instituto.
Al día siguiente, lunes, el Sr. Alcalde convocó una rueda de prensa en la que le acompañaron la Concejal de Educación, un técnico municipal y representantes del IES Valle de Leiva. En la misma se mostró muy compresivo y halagador con los manifestantes, pero volvió a insistir en que la única ubicación posible para el nuevo instituto es la Urbanización Nueva Espuña. No entiendo para qué necesitaba en ese acto la presencia del Director del Centro referido, ni la de la Presidenta del AMPA del mismo. Esto no es otra cosa que utilizar políticamente a las personas en propio beneficio.
Los compañeros que asistieron a la manifestación de Murcia me comentaron que había sido una de las más multitudinarias que recordaban. Según los organizadores, asistieron más de 30.000 personas para expresar el rechazo a una reforma laboral que pretende suprimir los derechos que los trabajadores han adquirido en muchos años de lucha.
Como rezaba la pancarta que abría la manifestación, esta reforma es injusta, ineficaz e inútil. En modo alguno creará empleo, como ya ha reconocido el propio Gobierno, sino que abaratará el despido y con ello aumentará el número de parados en nuestro país.
Así que nos sé si tengo el corazón “partío” por mi deseo de estar presente en las dos manifestaciones, o por la sensación que me queda al constatar que estamos retrocediendo a pasos agigantados hacia épocas que ya pensábamos superadas.
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