Artículo de Damián Rubio publicado en Línea Local
A menudo suelo visitar el
cementerio de nuestra localidad, algo que cada vez es más frecuente entre los
alhameños. Ya quedaron atrás los tiempos en los que únicamente se visitaba este
espacio el Día de Todos los Santos, o cuando se producía algún enterramiento.
La cercanía al casco urbano, las mejoras en los medios de locomoción y el mejor
estado del entorno e instalaciones favorecen esta tendencia.
El año pasado ya me sorprendí
enormemente al observar el etiquetado de numerosas tumbas “invitando” a
propietarios o herederos a “actualizar datos”, precisamente en vísperas del día
más afluencia de visitantes para asegurarse de que las notificaciones tenían el
efecto deseado. Este año, de nuevo, se repite el mismo procedimiento.
Durante estos días me han llegado
comentarios de todo tipo sobre este asunto. Todos coinciden en la necesidad de
mantener el cementerio en las mejores condiciones de uso y ornato, para lo que,
sin duda, es necesario que existan aportaciones económicas y materiales.
Me consta que las distintas
aseguradoras pagan a la Iglesia de San Lázaro (propietaria del recinto) la
cuota correspondiente por cada enterramiento. Además, el Ayuntamiento ha
realizado diversas obras de mejora y se hace cargo del mantenimiento y
suministro de electricidad, sin coste alguno para la Iglesia. Asimismo, algunos
particulares y empresas han realizado donaciones. A pesar de ello, la Junta
Rectora del Cementerio estimó oportuno establecer un canon anual de mantenimiento de espacios comunes por cada fosa, nicho o panteón.
Entiendo que todas estas
actuaciones pueden estar justificadas. Incluso, aunque a “regañadientes”, puedo
aceptar que se invierta dinero público en un espacio que no es de propiedad
municipal. Pero, lo que no me parece de recibo es que se tenga que recurrir a “etiquetar” a nadie, y
mucho menos en un recinto en el que supuestamente “se descansa en paz”.
Hasta ahora no se ha permitido a
ningún acreedor colocar en la puerta de nuestro domicilio notas indicando que
debemos “actualizar datos” pasando por su oficina, porque se interpretaría
inmediatamente como una forma de presión para satisfacer las deudas pendientes.
No entiendo por qué se utiliza este humillante sistema en el cementerio. Lo más
grave es que de la lectura de la eufemística etiqueta se puede desprender, si
sus familiares no se ponen al corriente de los pagos, la posibilidad de
desahuciar a un difunto de su propia tumba, desalojando los restos del mismo y
poniendo la Iglesia de nuevo su propiedad en venta.
Lamento que los responsables de
la gestión del cementerio no hayan tenido en cuenta las sugerencias que en esta
misma columna les indiqué hace justo un año para no herir sensibilidades.
Parece ser que se sienten muy seguros de estar en la línea correcta.
Me parece que desde el
Ayuntamiento se debería exigir la participación en la Junta Rectora del
Cementerio, además de habilitar un espacio de propiedad municipal para
enterramientos civiles.
Damián Rubio es Coordinador de IU-Verdes Alhama
No hay comentarios:
Publicar un comentario