Artículo de Damián Rubio publicado en Línea Local
Como todos los años, los Reyes
Magos nos han visitado y han dejado su cargamento de juguetes e ilusión para
los niños, así como una serie de “paquetitos” –en colaboración con el Gobierno
Rajoy- para los adultos. Los niños han disfrutado de lo lindo de su fiesta,
mientras que los adultos, una vez finalizada la tregua navideña, tendremos que
volver a ajustarnos el cinturón, por doble motivo: aumento de peso y nuevas
subidas de precios y recortes.
Una vez despojados de su
envoltorio, los “paquetitos” nos han sorprendido con su contenido: aumento en
las tarifas eléctricas, congelación del salario mínimo y subidas generalizadas
en los precios del transporte (autobuses, metro, aviones, peajes, etc.).
Sus Majestades de Oriente no se
han olvidado en esta ocasión de sus parientes de la Monarquía Española, y como
llevan ya acumulados algunos años sin portarse muy bien, les han traído carbón
en forma de imputación de la infanta Cristina, por su implicación en la trama
Noos, relacionada con blanqueo de capitales y fraude fiscal.
Curiosamente, hace un año, por
estas fechas, y debido a la rotura de cadera de su Majestad, nos enteramos de
sus safaris por África, en los que se incluían todo tipo de piezas, ya fueran
de caza mayor o menor. Ahora es la infanta Cristina la que, a raíz del
“berenjenal” en el que se halla metida, tendrá que sentarse en el banquillo de
los acusados el próximo 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, precisamente.
Sí, además, tenemos en cuenta que el día 6 de enero es el “cumple” del Rey,
podemos afirmar que el carbón de este año iba mezclado con “mala leche”.
Esta monarquía que nos
“encasquetó” como herencia el régimen franquista dentro de nuestra
Constitución, hasta ahora, favorecida por instituciones y medios de
comunicación, había mantenido un cierto prestigio entre gran parte de los
españoles. Sin embargo, en los últimos tiempos han sido tantas las torpezas y
escándalos provocados, que hasta los medios más afines han tenido que hacerlos
públicos. Debido a esto, cada vez es mayor el número de ciudadanos que se
cuestionan hasta qué punto nos conviene mantener esta anacrónica institución.
Son muchas las voces que ponen en
entredicho que el Rey reúna actualmente las condiciones idóneas para ejercer su
función de máxima representación del Estado, y que verían con buenos ojos su
abdicación, como ha sucedido recientemente en Holanda. Otros muchos, entre los
que me incluyo, desearíamos que, de una vez por todas, se nos consultara si
queremos tener monarquía o república.
Teniendo en cuenta que la
Monarquía está viviendo posiblemente sus hora más bajas desde la instauración
de la democracia, hay un miedo a realizar cambios en la Institución por si se
destapa la “caja de los truenos” y los ciudadanos exigen no un cambio de Rey,
sino el modelo de la Jefatura del Estado.
Si todos somos iguales ante la
ley, me parece bochornoso que la Fiscalía Anticorrupción se dedique a defender
a los imputados por los jueces, aunque tengan la sangre azul (azul gaviota o
azul monárquico).
Damián Rubio es Coordinador de IU-Verdes Alhama
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