Artículo de Damián Rubio publicado en Infolínea
El día 8 de marzo, como todos los años, se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Desde hace ya unos cuantos el término trabajadora paso a mejor vida. Parece que de esta forma se abarca a todas las mujeres, y ya de paso, como el que no quiere la cosa, se minimiza el carácter reivindicativo de esta fecha.
El día 8 de marzo, como todos los años, se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Desde hace ya unos cuantos el término trabajadora paso a mejor vida. Parece que de esta forma se abarca a todas las mujeres, y ya de paso, como el que no quiere la cosa, se minimiza el carácter reivindicativo de esta fecha.
No debemos olvidar que en este
Día se conmemora la lucha de la mujer por conseguir su participación en la
sociedad en igualdad de condiciones con respecto a los hombres. Y en esto aún quedan
muchas batallas por ganar frente a los que se empeñan en mantener a la mujer en
su rol tradicional.
Nuestro Ayuntamiento, con todo tipo de
gobiernos y coaliciones, ha mantenido en los últimos años su fidelidad a un
programa de actividades lúdico-festivas para conmemorar este Día, consistentes,
fundamentalmente, en la entrega del premio Violeta, concurso literario, cena-
convivencia y viaje-convivencia. Es un programa institucional que se repite año
tras año y que sirve “lo mismo para un roto que para un descosío”. El carácter
reivindicativo queda a expensas de la iniciativa de las mujeres que participan
con sus escritos en el concurso literario, o a la de cualquier otra
organización política, social o sindical que decida organizar alguna actividad
al margen del programa municipal.
Creo que ya me estoy repitiendo
mucho con este tema. Todos los años vengo diciendo que tenemos motivos más que
suficientes para seguir reivindicando la mejora de la situación de la mujer en
todos los aspectos: familiar, social, laboral, económico, etc. Es un hecho que
los escasos avances que consigue la mujer con su lucha en “épocas de bonanza”,
se van al traste a las primeras de cambio con el más mínimo atisbo de crisis
económica.
Se sigue constatando que las
mujeres son las que más sufren el paro y la precariedad laboral. Continúan las
diferencias salariales con respecto al hombre por la realización de un mismo
trabajo. Por si esto fuera poco, siguen siendo el soporte familiar para atender
a dependientes, realizar el trabajo doméstico y cuidar de los hijos. Los
avances en conciliación de la vida laboral y familiar, por desgracia, al margen
de los buenos discursos, brillan por su ausencia.
Me parece evidente que hacen
falta políticas reales y efectivas de igualdad para que, de una vez por todas,
consigamos un trato igualitario entre hombres y mujeres. Para ello, hay que
acabar con los recortes en políticas sociales, laborales, educativas y
sanitarias, que afectan en mayor medida a los sectores más débiles de la
sociedad, entre los que se encuentra la mujer.
Ya va siendo hora de que se apueste
por una educación igualitaria en la que participemos todos: familia, escuela,
universidad, instituciones públicas y privadas, centros de trabajo, medios de
comunicación; en definitiva, “toda la tribu”. Mientras no demos este paso,
seguiremos contabilizando víctimas con nombre de mujer.
Como hago siempre, felicito desde
esta columna a la ganadora del premio Violeta de este año, Juana María Galián
Redondo, a la que el Consejo de la Mujer ha considerado con méritos más que
suficientes para obtener el citado galardón.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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