sábado, 28 de marzo de 2020

INÉS: MUJER, CLANDESTINA Y COMPAÑERA


Artículo de Isabel Campos publicado en Infolínea

Cuando Inés llegó a Alhama, yo era una adolescente y puedo decir que fue la primera mujer con ideas realmente modernas y avanzadas que conocí. Venía de París, donde había formado parte de la lucha antifranquista, y traía un aspecto y unas formas de pensar que yo sólo sabía de oídas. Con pantalones de campana, pelo a lo garçón, y palabras que sonaban a libertad en un país y un pueblo que todavía vestía velos de luto.
Recuerdo que fueron sobre todo las mujeres quienes mas tardaron en aceptarla, aunque ella poco a poco fue abriéndose un lugar al lado de ellas. Hay que tratar de comprender lo incomprensible, desde el punto de vista de ahora. Una mujer comprometida con unas ideas era algo raro de ver en aquellos años, si además era activista que trabajaba, primero en la clandestinidad y después en cualquier lugar que hiciese falta, era frecuente escuchar el calificativo de que era una “desoficiada” metiéndose en líos en vez de quedarse en casa.
Sus palabras y sus acciones transmitían igualdad. Durante aquellos años, yo también aprendí de ella el valor de la palabra compañeros, que nos igualaba a todos sin distinción.
A pesar de todo esto, Inés nunca ocupó un lugar preferente en ninguna de las luchas en las que participó, siempre anduvo en la retaguardia, ella dice que empezó en la clandestinidad sin querer ser conocida y que en ese sitio le ha gustado estar siempre.
Desde ese lugar discreto fue capaz de llevar a cabo tareas difíciles, mezclándose con las mujeres de los barrios, entendiéndolas, colaborando con ellas, como una más. Haciéndose eco de sus necesidades y demandando soluciones. Casi desde el principio de los ayuntamientos democráticos ha formado parte de las listas electorales de la organización política con la que, desde siempre, ha estado comprometida. Ocupando lugares de apoyo, nunca para salir.
Tengo que resaltar de Inés su entrega y generosidad en cualquier causa que emprendía, compartiendo la lucha con su pareja y con la crianza de tres hijos y una hija. Su casa se convirtió muchas veces en lugar de reuniones, en las que se vivieron momentos importantes. Todo ello era bastante difícil de compaginar en aquellos tiempos complicados.
Hace unas semanas y desde esta misma columna, la mencionaba como conocedora de un episodio trágico e histórico “la Desbandá” y decía que en algún momento Inés nos hablaría de ello. A raíz de esto, hubo gente que me preguntaba que quien era esa mujer, esto me extrañó y me hizo darme cuenta de cuantas mujeres hay en este país que, como Inés, han tenido una vida socialmente comprometida desde la discreción, sin protagonismos. También fui consciente de lo mucho que la Democracia les debe a estas mujeres y que nunca les será recompensado.
Lo que no me esperaba es que, unos días más tarde, alguien tendría la idea de proponerla como candidata al Premio Violeta y que este le sería concedido. He de reconocer que mi sorpresa fue grande al saberlo, quizás porque aún me cuesta imaginarme a Inés abandonando su “clandestinidad”.
Este año es el veinticinco aniversario de dichos premios, durante el acto de entrega habrá un pequeño homenaje a todas las mujeres de Alhama que lo han recibido. Inés será una número veinticinco perfecta, como representante de este premio Violeta 2020, una mujer diferente que ha contribuido a que la sociedad alhameña sea un poco mejor.
Allí estaremos acompañando a Inés, que, aunque ella aún no lo sabe, ha dejado ya de ser desconocida. Inés, enhorabuena por este premio que te mereces sin ninguna duda.

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