Artículo de Damián Rubio publicado en Infolínea
En esta misma columna, ya hice un
análisis de los resultados electorales del 20 de diciembre de 2015. En la
citada fecha, ningún partido obtuvo mayoría suficiente para formar gobierno en
solitario. Como consecuencia de ello,
los distintos grupos políticos iniciaron sus contactos con la intención de
buscar apoyos para conseguirlo, sin que esto diese el resultado esperado.
El PP, que sólo había conseguido
123 diputados, renunció a formar gobierno. Por su parte, el PSOE asumió esa responsabilidad
y buscó los apoyos necesarios con distintas fuerzas políticas, llegando a un
pacto con Ciudadanos que, en última instancia, eliminó todas las posibilidades
de acuerdo con la izquierda (Podemos, Equo, Compromis, IU…). Al no conformarse
ningún gobierno, una vez agotados los plazos que la ley establece para ello,
nos vimos abocados a una nueva convocatoria electoral, fijándose como fecha
para ello el 26 de junio de 2016.
Antes de la fecha señalada para
los nuevos comicios, IU, Podemos, Equo, Compromis y las Mareas decidieron
formar una coalición electoral, denominada Unidos-Podemos, con el ánimo de unir las fuerzas de la
izquierda. Se antepusieron para ello los intereses de los ciudadanos a los de
partido, plasmando este compromiso en un documento con 50 propuestas como base
de su programa común.
La citada coalición de
izquierdas, desde su inicio, ha sufrido el intento de acoso y derribo por parte
de los sectores económicos, sociales y mediáticos. El objetivo era inculcar el
miedo a los ciudadanos, manifestando que si este grupo político llegaba al
gobierno, nos veríamos pasando las penurias de Venezuela, se perderían
libertades individuales al implantarse el comunismo, se subirían
desmesuradamente los impuestos, peligraría la propiedad privada, y otra gran
cantidad de falacias. Los partidos políticos que representan al poder económico
y financiero (PP, PSOE y Ciudadanos) se han encargado durante la campaña
electoral de ser sus voceros.
La campaña del miedo ha tenido un
gran éxito y eso explica, en parte, los resultados que se han dado en las
elecciones del 26 de junio. La participación ha bajado unos 4 puntos con
respecto al 20 de diciembre (del 73,2% al 69,84%). El PP ha obtenido 14
diputados más y también ha aumentado su número de votantes; el PSOE, pierde
unos cien mil votos y 5 diputados;
Ciudadanos, pierde unos cuatrocientos mil votos y 8 diputados; Unidos-Podemos,
obtiene los mismos diputados (71) que cuando se presentaron por separado, pero
pierde casi un millón de votos.
Al realizar este análisis, no me
sorprende - al igual que a muchísimos
españoles- que el PP haya conseguido mejores resultados que en
diciembre, a pesar de haber aplicado a
través del Gobierno unas políticas antisociales, reflejadas en los recortes en
sanidad, educación, prestaciones sociales, derechos laborales, etc. Lo que si
me sorprende es que el PSOE no apueste decididamente por la unión de la
izquierda y quiera tapar su fracaso en estos comicios atacando a
Unidos-Podemos, como ha hecho durante toda la campaña electoral.
La
unión de la izquierda ha iniciado su
camino con Unidos-Podemos y ya no tiene vuelta atrás. El objetivo es consolidar
esta confluencia y mostrarse abiertos para dar acogida a todos los partidos
progresistas, que apuesten por un cambio
real de la política en este país.
Damián Rubio es Coordinador Local de IU-Verdes Alhama
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