Cuando el 60% de los trabajadores asalariados -casi 10,5 millones- no llegan a cobrar los mil euros al mes, Rajoy anuncia una nueva reforma laboral para abaratar todavía más los salarios.
En nombre de la creación de empleo (el viejo argumento que también empleó Zapatero para su reforma), Rajoy pretende que su reforma introduzca cambios en las “modalidades de contratación” y en la “negociación colectiva”, dando prioridad a los convenios de empresa por encima de los convenios sectoriales y provinciales, con un único objetivo: dar una nueva vuelta de tuerca a la rebaja de los salarios.
Mientras Rajoy planea la rebaja de sueldos, los datos que acaba de publicar la Agencia Tributaria sacan a la luz un océano de trabajadores que ni siquiera cobran 1.000 euros al mes. Los “ni mileuristas” son ya el 60%, casi 10,5 millones, de ellos más de la mitad -6,5 millones- cobran por debajo de los 641 euros del salario mínimo.
Frente a una reforma laboral que va a seguir aumentando el número de “ni mileuristas” y el abismo social con los sueldos escandalosamente altos, trabajadores y sindicatos hemos de levantar la alternativa de la redistribución de la riqueza. Redistribución salarial para que nadie cobre por debajo de 1.000 euros al mes, pero tampoco nadie por encima de 10.000.€.
No hay dinero para mantener y mejorar la sanidad, pero sí para pensiones vitalicias, fundaciones, embajadas, coches oficiales y rescates bancarios. ¿Está obsoleto un modelo que garantiza un mínimo de atención y calidad sanitaria para la inmensa mayoría de la población, pero no el sistema que mantiene infinidad de políticos y altos cargos plagados de privilegios y derroche?
Pretenden sustituir el actual modelo de sanidad pública, levantado con el dinero y el esfuerzo de todos, y que sirve a la inmensa mayoría independientemente del nivel económico, por un modelo fundamentalmente privado excluyente para quien no pueda pagárselo.
El problema no es que el modelo público actual sea, como dice el gobierno de CiU “un modelo agotado” y un “sistema ingobernable”, sino que detrás de todo hay un acelerado proceso de recortes que, respondiendo a las imposiciones exteriores y las urgencias de la gran banca, rebajan la calidad y agravan la progresiva degradación de la sanidad pública. Tampoco es que no haya recursos para financiarla, sino que los recursos disponibles se ponen al servicio de los intereses de esa minoría que controla el poder político y económico y no del 90% de la población.
La reducción de los presupuestos públicos para sanidad y al mismo tiempo ponerla en manos privadas (las aseguradoras que ya se frotan las manos serán una de las grandes beneficiadas) es la antesala del copago sanitario.
En nombre de la creación de empleo (el viejo argumento que también empleó Zapatero para su reforma), Rajoy pretende que su reforma introduzca cambios en las “modalidades de contratación” y en la “negociación colectiva”, dando prioridad a los convenios de empresa por encima de los convenios sectoriales y provinciales, con un único objetivo: dar una nueva vuelta de tuerca a la rebaja de los salarios.
Mientras Rajoy planea la rebaja de sueldos, los datos que acaba de publicar la Agencia Tributaria sacan a la luz un océano de trabajadores que ni siquiera cobran 1.000 euros al mes. Los “ni mileuristas” son ya el 60%, casi 10,5 millones, de ellos más de la mitad -6,5 millones- cobran por debajo de los 641 euros del salario mínimo.
Frente a una reforma laboral que va a seguir aumentando el número de “ni mileuristas” y el abismo social con los sueldos escandalosamente altos, trabajadores y sindicatos hemos de levantar la alternativa de la redistribución de la riqueza. Redistribución salarial para que nadie cobre por debajo de 1.000 euros al mes, pero tampoco nadie por encima de 10.000.€.
No hay dinero para mantener y mejorar la sanidad, pero sí para pensiones vitalicias, fundaciones, embajadas, coches oficiales y rescates bancarios. ¿Está obsoleto un modelo que garantiza un mínimo de atención y calidad sanitaria para la inmensa mayoría de la población, pero no el sistema que mantiene infinidad de políticos y altos cargos plagados de privilegios y derroche?
Pretenden sustituir el actual modelo de sanidad pública, levantado con el dinero y el esfuerzo de todos, y que sirve a la inmensa mayoría independientemente del nivel económico, por un modelo fundamentalmente privado excluyente para quien no pueda pagárselo.
El problema no es que el modelo público actual sea, como dice el gobierno de CiU “un modelo agotado” y un “sistema ingobernable”, sino que detrás de todo hay un acelerado proceso de recortes que, respondiendo a las imposiciones exteriores y las urgencias de la gran banca, rebajan la calidad y agravan la progresiva degradación de la sanidad pública. Tampoco es que no haya recursos para financiarla, sino que los recursos disponibles se ponen al servicio de los intereses de esa minoría que controla el poder político y económico y no del 90% de la población.
La reducción de los presupuestos públicos para sanidad y al mismo tiempo ponerla en manos privadas (las aseguradoras que ya se frotan las manos serán una de las grandes beneficiadas) es la antesala del copago sanitario.
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