España es un país tradicionalmente monárquico. Desde que se consiguió la unidad territorial en la época de los Reyes Católicos, sólo ha habido dos breves periodos republicanos, ambos frustrados por militares. Esto no justifica que en el siglo XXI tengamos que mantener un sistema que gran parte de los españoles consideramos injusto, caro y obsoleto.
Considero injusto y antidemocrático el hecho de que, nada menos que el Jefe del Estado, sea un cargo hereditario. El término monarquía (organización del Estado en la que la jefatura y representación supremas son ejercidas por una persona) excluye la auténtica democracia (forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos). Si, además, en nuestro país se dice que tenemos una monarquía parlamentaria, estamos rizando el rizo porque son términos contrapuestos. El colmo es que, por si fuera poco, es hereditaria, lo que significa un total desprecio a la voluntad de los ciudadanos a los que no se le da la oportunidad de elegir a su jefe de estado, ni al actual ni a los venideros.
En los últimos Presupuestos Generales del Estado, se le asignó a la Casa Real la “módica” cantidad de 25.067.890 de euros destinados a salarios, viajes, personal, gastos corrientes, protocolo, etc. A estos hay que añadir otra serie de importes desconocidos, relacionados con seguridad, Guardia Real, parque móvil, etc., cuya cifra sospecho que supera la anterior.
Pienso que en pleno siglo XXI resulta obsoleto mantener una institución más propia de la época feudal, cuya preocupación principal es tener descendencia para perpetuarse en el poder y mantener sus privilegios. Hay que tener en cuenta, además, que a los españoles no se nos dio opción a elegir la monarquía, sino que “nos la colaron” como herencia del franquismo.
Como todos los años, el Rey nos felicitó la Navidad con su tradicional mensaje en Nochebuena. Normalmente, como convencido republicano, suelo apagar la tele o hacer “zapping” para buscar algo más interesante. En esta ocasión, sin embargo, he de reconocer que lo escuché hasta el final, con cierto interés por ver si se atrevía a decir algo relacionado con el “affaire” de su yerno, el Duque de Palma. Mi gran decepción fue que lo solventó con un eufemismo: “la justicia es igual para todos”. “Para este viaje no hacían falta alforjas”. En ese momento, se le podía haber aplicado su célebre frase dirigida a Chávez: “¿por qué no te callas?” En el resto del discurso tampoco dijo nada que no fuese previsible. Con lo cual me dije: “Santo Tomás, una vez y no más”.
Creo que los españoles no tenemos por qué soportar el tremendo gasto económico que supone la Corona, y mucho menos en la época de crisis que estamos viviendo. Cuando, además, todo apunta a que algunos de sus miembros puedan haberla utilizado como banderín de enganche para hacer negocios “un poco turbios”.
Pienso que, después de más de 30 años de democracia, los españoles ya somos mayorcitos para que se nos deje elegir entre monarquía o república. Somos muchos ciudadanos, y entre ellos bastantes alhameños, los que pensamos que el cargo de Jefe del Estado debe ser elegido democráticamente, como cualquier otra institución de nuestro país. Se lo pediré a los Reyes Magos, que seguro que son parientes de nuestro monarca, para que nos lo traigan como regalo este año.
Considero injusto y antidemocrático el hecho de que, nada menos que el Jefe del Estado, sea un cargo hereditario. El término monarquía (organización del Estado en la que la jefatura y representación supremas son ejercidas por una persona) excluye la auténtica democracia (forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos). Si, además, en nuestro país se dice que tenemos una monarquía parlamentaria, estamos rizando el rizo porque son términos contrapuestos. El colmo es que, por si fuera poco, es hereditaria, lo que significa un total desprecio a la voluntad de los ciudadanos a los que no se le da la oportunidad de elegir a su jefe de estado, ni al actual ni a los venideros.
En los últimos Presupuestos Generales del Estado, se le asignó a la Casa Real la “módica” cantidad de 25.067.890 de euros destinados a salarios, viajes, personal, gastos corrientes, protocolo, etc. A estos hay que añadir otra serie de importes desconocidos, relacionados con seguridad, Guardia Real, parque móvil, etc., cuya cifra sospecho que supera la anterior.
Pienso que en pleno siglo XXI resulta obsoleto mantener una institución más propia de la época feudal, cuya preocupación principal es tener descendencia para perpetuarse en el poder y mantener sus privilegios. Hay que tener en cuenta, además, que a los españoles no se nos dio opción a elegir la monarquía, sino que “nos la colaron” como herencia del franquismo.
Como todos los años, el Rey nos felicitó la Navidad con su tradicional mensaje en Nochebuena. Normalmente, como convencido republicano, suelo apagar la tele o hacer “zapping” para buscar algo más interesante. En esta ocasión, sin embargo, he de reconocer que lo escuché hasta el final, con cierto interés por ver si se atrevía a decir algo relacionado con el “affaire” de su yerno, el Duque de Palma. Mi gran decepción fue que lo solventó con un eufemismo: “la justicia es igual para todos”. “Para este viaje no hacían falta alforjas”. En ese momento, se le podía haber aplicado su célebre frase dirigida a Chávez: “¿por qué no te callas?” En el resto del discurso tampoco dijo nada que no fuese previsible. Con lo cual me dije: “Santo Tomás, una vez y no más”.
Creo que los españoles no tenemos por qué soportar el tremendo gasto económico que supone la Corona, y mucho menos en la época de crisis que estamos viviendo. Cuando, además, todo apunta a que algunos de sus miembros puedan haberla utilizado como banderín de enganche para hacer negocios “un poco turbios”.
Pienso que, después de más de 30 años de democracia, los españoles ya somos mayorcitos para que se nos deje elegir entre monarquía o república. Somos muchos ciudadanos, y entre ellos bastantes alhameños, los que pensamos que el cargo de Jefe del Estado debe ser elegido democráticamente, como cualquier otra institución de nuestro país. Se lo pediré a los Reyes Magos, que seguro que son parientes de nuestro monarca, para que nos lo traigan como regalo este año.
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