El pasado sábado día 15 me dirigí, junto con otros alhameños, a la manifestación contra los recortes del Gobierno convocada por distintas organizaciones sociales y sindicales en Madrid.
Me costó trabajo decidirme a participar en esta manifestación por el esfuerzo que supone trasladarse a la capital de España: madrugón para la partida, desplazamiento en autobús, importante caminata, aglomeraciones para todo, comida sobre la marcha y apresurado regreso. Aunque mi espíritu sigue siendo joven, mis piernas empiezan a protestar por estos palizones.
Renuncié a un tranquilo fin de semana con mi familia, porque considero que hay motivos suficientes para expresar mi descontento con una política que pretende acabar con las conquistas obtenidas por los trabajadores a lo largo de la historia. Creo que no podemos permitir que este Gobierno, en menos de un año, nos haya hecho retroceder a épocas preconstitucionales.
Esta manifestación ha sido muy diferente a otras en las que he participado, por su organización, participación y desarrollo. Fue convocada por más de 150 organizaciones sociales que agrupan a más de 900 asociaciones. Participaron en ella prácticamente todos los sectores de la sociedad española, constituyendo una marea humana de distintos colores: de negro, los servicios públicos; de verde, educación; de blanco, los sanitarios; de morado, las asociaciones de mujeres; de naranja, servicios sociales y dependencia; y de rojo, la mayor parte de las organizaciones sindicales. La organización dispuso distintos puntos de partida en lugares estratégicos, en función de la procedencia de los participantes, que discurrieron por distintas arterias de la ciudad hasta confluir en la céntrica Plaza de Colón.
Participé, como no podía ser de otra forma, en la marea roja que partió de la Plaza de Neptuno a las 10,30 horas, y que después de 3 horas no había llegado a Colón que dista aproximadamente unos mil metros. Esto se explica por la multitudinaria participación ciudadana que colapsó el centro de Madrid.
Saludé a algunos viejos amigos, pero no me entretuve “contando” a los concurrentes, que según la Delegación del Gobierno éramos unos 65.000, y según medios de comunicación internacionales un millón. Ya empieza a hablarse del “Misterio de la Plaza de Colón”, donde con motivo de la visita del Papa los católicos allí concentrados se multiplicaban como los panes y los peces. Sin embargo a los que se manifiestan contra el Gobierno se les aplican también los recortes, de tal manera que 10 se convierten en uno.
Después de casi 24 horas de maratón, regresé a Alhama y aún tuve el ánimo suficiente para poner la “tele”, confiando en que TVE1, como ente público, ofrecería una información objetiva y veraz de lo acontecido. Como la jornada transcurrió con total normalidad y no hubo situaciones conflictivas o violentas, no había “carnaza” en la que recrearse para desprestigiar a los convocantes y participantes. Sólo se emitió un flash de apenas unos segundos con imágenes de la manifestación. Acto seguido dieron rienda suelta a diversos “personajes de peso” del PP para que se explayaran en sus declaraciones contra los manifestantes.
Estamos volviendo a los mejores tiempos de la censura, de tal manera que si queremos tener una información objetiva y creíble de los que pasa en España, tenemos que acudir a los medios de comunicación internacionales o a las redes sociales de Internet. Hemos regresado a los tiempos de la Pirenaica (Radio España Independiente).
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