La noticia que ha copado las
primeras páginas de los principales diarios de nuestro país durante estos
últimos días ha sido la referente a las cuentas secretas del Sr. Bárcenas, extesorero del PP. En las
mismas, quedan reflejadas con nombre y apellidos
algunas de las personas más importantes del Partido como beneficiarias de cantidades de
dinero de dudosa procedencia, recibido en sobres especialmente preparados
para ello. Además, aparecen los nombres de importantes empresas como
donantes de elevadas sumas en beneficio del Partido Popular, cuestión cuya
legalidad está por solventar.
Aunque son informaciones
periodísticas, su trascendencia ha sido tal que ha puesto al Partido Popular,
al Gobierno y a nuestro país “al pie de los caballos”. El PP, por su parte, se
está defendiendo como gato panza arriba negándolo todo, utilizando la clásica estrategia del “y tú más” o, lo que
es lo mismo, poniendo en marcha el ventilador para esparcir “la mierda” por
doquier. Y por si todo esto fallara, su Presidente de Honor ya ha iniciado los
trámites para cargarse al mensajero.
La táctica del avestruz tiene un
serio inconveniente: si ante un problema escondes la cabeza para no verlo, dejas al descubierto la retaguardia por donde
te las pueden dar todas. Prueba de ello es que, desde que saltó el escándalo,
las sucesivas informaciones aparecidas posteriormente han ido confirmando los hechos
desmentidos rotundamente por la cúpula del PP. A medida que se comprueba la
veracidad de las informaciones, aumenta el crédito de los medios de
comunicación y pierden credibilidad los desmentidos de los populares.
Lo del y “tú más” no deja de ser
una chiquillada que contenta a los adeptos, pero resta poder de convicción ante
el resto de ciudadanos. Éstos exigen claridad, que cada cual asuma la
responsabilidad que le corresponda y pague por lo que haya hecho. Creo que si algún
“listo” piensa que los 11 millones de votantes que auparon al PP al gobierno de
la nación le dieron un cheque en blanco, está en un error. Estoy convencido,
además, de que buena parte de sus militantes también esperan explicaciones claras
y convincentes. De hecho, resulta significativo que ya haya diferentes cargos
públicos que se han dado de baja en el Partido, e incluso han renunciado a su
acta como concejal.
Lo de cargarse al mensajero en un
país democrático es un poco complicado y, aunque en alguna ocasión les ha
salido bien – léase caso Garzón-, cuando se trata de los medios de comunicación
más importantes de este país, la cosa se complica. Si además las informaciones
vienen avaladas por los dos periódicos de mayor tirada nacional, que mantienen
líneas editoriales antagónicas, la tarea es ardua y difícil.
Me parece vergonzoso que nuestros
gobernantes sean capaces de poner en serio peligro la democracia, antes de
señalar con nombre y apellidos a los corruptos que hay en sus filas. En estos
casos, hay que poner el interés de los españoles por encima de los intereses
personales y de partido. Tengo la sensación de que a Rajoy no es que le tiemble
una mano sino las dos, a la hora de hacer limpieza en su partido.
Es indignante que nos digan que
ponemos en peligro la marca España cuando nos manifestamos en la calle contra
sus recortes, mientras que ellos la tiran por los suelos con sus corruptelas y
no se atreven a cortar por lo sano.
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